Con su particular carga de esperanza, optimismo y solidaridad, cada quien festejará hoy con los suyos los parabienes de Nochebuena y Navidad, efemérides que arriban con divino mensaje de que del vientre inmaculado de María ha nacido el hijo de Dios para redimir con su sangre el pecado de la humanidad.
En algún momento de hoy o de mañana, la familia deberá apartarse del oleaje consumista para reflexionar sobre el presente y el futuro de tan primigenia institución que sirve de sustento a la convivencia.
Gran parte del mundo de hoy sufre del flagelo de la desesperanza, inequidad, marginalidad, pobreza, violencia e incomprensión, por lo que resulta imperativo que buenos hijos practicantes de la fe oren hasta el cansancio para que los pueblos se liberen de la devastadora epidemia del odio.
Los dominicanos participan hoy de la festividad de Nochebuena y de la Natividad del Señor, lacerados por angustiosos sucesos de orden político, social o económico, pero con la moral en alto y preparados para vencer los obstáculos que obstruyen la gran marcha hacia el auténtico estado de justicia y derecho.
Sin hacer caso al dicho aquel de que “mal de muchos, consuelo de tontos”, se proclama hoy que Dios ha bendecido grandemente a esta tierra de primacías, a la que libera de las cruentas crisis que hoy agobian a muchas naciones.
Ningún buen cristiano debería olvidar hoy en sus preces al Altísimo los ruegos para que ilumine al presidente Danilo Medina para que gobierne con sabiduría y centrado siempre en el bien común, a la clase política para que oriente a la población con sensatez y buen juicio y al empresariado para que deseche el camino de la explotación del hombre por el hombre.
Es menester implorar a Dios por los millones de hombres, mujeres y niños que todavía malviven al otro lado de la verja de la miseria quienes aguardan por su redención, impostergable tarea encomendada a las presentes generaciones.
El Nacional se une hoy al regocijo y festejo por la Nochebuena y la Navidad, y aprovecha la ocasión para desear felices fiestas a su fiel legión de lectores, a sus anunciantes y al pueblo en general.