Cuando leemos sobre lo que está pasando en el pueblecito de Ferguson, en Missouri, no podemos evitar pensar en lo que ocurre en nuestro país y en las grandes diferencias en la reacción de la gente, frente al asesinato a mansalva de un joven.
En Santiago, presenciamos crímenes increíbles: dos muchachos salen a comprar un botellón de agua, dos policías los mandan a parar, aterrorizados, (porque nadie confía ya en policías en motor que manden a parar) siguen corriendo y les disparan por la espalda y los matan. Uno de ellos estaba en el país de vacaciones. La policía no disparó a las llantas del motor, sino a la espalda. En otra redada mataron a cuatro y últimamente a un joven cuya madre no cesa de clamar para que hagan justicia.
En Ferguson es la comunidad negra, la que se tira a la calle y expresa su rabia quemando la ciudad, aquí son las madres, las que acuden a los periódicos a decir que sus hijos no eran criminales y que aunque lo fueran no debían matarlos sino llevarlos a la justicia.
En Ferguson, los negros tienen un sentido de historia y de identidad. Aquí tratan de evitar que los cataloguen de negros y se han inventado términos como “indio”, en todas las tonalidades, para evitar la clasificación. Siempre sonrío en New York cuando los dominicanos, más negros que Jesse Jackson o Rangel, se refieren a los negros como “morenos” y cuando una les dice, pero ustedes son morenos, responden: “No, somos dominicanos”, como si la nacionalidad fuese también una categorización racial. Esa actitud nos deja sin alianzas con quienes tiene más experiencia organizativa, y mas conciencia de quienes son.
Solo la acción organizada de la gente para la violencia, de todo tipo. Solo la acción organizada obliga a las autoridades a hacerse presentes. Si los santiagueros estuviesen organizados contra la violencia, Dominguez Brito tendría que viajar a la ciudad cada vez que un policía gatillo alegre asesina a un joven por la espalda, o cada vez que un grupito de antisociales mantiene a una comunidad en jaque.
Frente al desorden, organización. Organización de las madres, organización de los barrios, de las asociaciones. Comités de defensa de la vida, ni siquiera de los derechos humanos, una etapa más avanzada de civilización que aquí violentamos a diario.
En julio tuve una revelación: Me encontraba visitando amistades en una barriada marginal y al tratar de regresar a mi casa me paré en una esquina. De pronto, por la calle bajaba un ejército de hombres a caballos y al frente, inconfundible, San Santiago. Cuando le vi el rostro era el de un muchacho joven y mulato.