Durante mis servicios en las emergencias de los hospitales, recuerdo que había un diagnostico que se destinaba para aquellos pacientes que llegaban en las noches, con signos y síntomas no graves que a nuestro entender no se correspondía con ninguna enfermedad, se reportaban como «Gadejo» o «Ganas de joder»
La República Dominicana muy a pesar de tener un promedio de médicos superior a otros países de la región, todavía exhibe una de las tasas más elevadas de mortalidad materna. La mayoría de estas defunciones evitables ocurren en adolescentes, con embarazos de alto riesgo, o mujeres pobres que llegan con abortos producidos en condiciones contaminadas.
En todos los países del mundo con excepción de Haití, Honduras, Nicaragua, para evitar muchas de estas muertes, se permite a las mujeres interrumpir el embarazo en caso de productos no viables, cuando esté en riesgo la vida de la madre o sea producto de una violación. Estos procedimientos están avalados por todas las organizaciones médicas del mundo, incluyendo el Colegio Médico Dominicano.
Las razones por la cuales las mujeres interrumpen un embarazo son múltiples y tan frecuentes que si fueran a recluirlas por este hecho, no habría espacio en todas las prisiones de este país. La oposición a la educación sexual en las escuelas y para que las mujeres jóvenes accedan a medios de planificación familiar seguros, son dos de los causas precedentes.
En una accidentada asamblea y bajo la oposición de la iglesias, nuestros congresistas aprobaron una propuesta del ejecutivo para que la pareja tuviera la opción de optar por un aborto terapéutico en caso de que esté en peligro la vida de la madre. Hoy esa ley se ve amenazada por un recurso de inconstitucionalidad, presentado ante los devotos y honorables miembros del Tribunal Constitucional.