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Golpe de Estado 1963 más allá de la persecución de la corrupción

Golpe de Estado 1963 más allá de la persecución de la corrupción

Santo Domingo.- A propósito de los 59 años del golpe de Estado al gobierno honesto del presidente, profesor Juan Bosch, el 25 de septiembre de 1963, y sin ánimos pesimistas, ni nada que se parezca, hoy vemos que las cárceles se están “llenando” de un bando de un gran grupo político que se instaló en el poder desde el mismo instante de aquel fatídico derrocamiento, lo que puede parecer, a unos cuantos, como una persecución política particular. Mucho cuidado con esa confusión.

Mucho cuidado, porque nuestra historia registra, por lo menos un caso que, guardando la distancia y los fines que se persigan hoy, nos debe servir de reflexión, para evitar algún resultado adverso, a lo que se pueda estar persiguiendo, ya que, como dice el refrán popular, “una cosa piensa el burro y otro quien lo apareja”.

Ese caso es uno que ocurrió el 23 de marzo de 1903, cuando los remanentes de la dictadura de Lilís, derrocaron, desde la cárcel, el gobierno del General Horacio Vásquez.

Resulta que al general Ulises Heureaux, a quien le apodaban Lilís, lo habían ajusticiado el 26 de julio de 1899, después de la cruel, corrupta y despiadada dictadura de unos trece años, siendo sucedido provisionalmente por el comerciante Horacio Vásquez y, a pocos meses, por Juan Isidro Jiménez, uno de los más poderosos adversarios del dictador decapitado. A unos dos años del gobierno de Juan Isidro Jiménez, Horacio Vásquez derroca a Jiménez y se instala en el poder.

Horacio Vásquez, una vez derrocó a Juan Isidro Jiménez, persiguió y llenó la cárcel de la Fortaleza Ozama de muchos de los seguidores de Lilís, ya que una de las causas por las cuales él, Horacio Vásquez, derrocó a Jiménez fue porque este se había aliado a muchos de los principales partidarios del exdictador.

Golpe de Estado 1963 más allá de la persecución de la corrupción
Golpe de Estado 1963 más allá de la persecución de la corrupción

Este ejemplo nos mueve a cierta preocupación, por aquello de que los rasgos de los políticos, para muchos, han permanecido muy parecidos, a través de la historia.

Esto nos puede hacer pensar que hoy, con justa o no razón, muchos acusados presos, con tantos recursos económicos y con otros tantos aliados sueltos, podrían pensar en hacer cualquier cosa por mantener su libertad, su nuevo modelo de vida y, sobre todo, sus enormes riquezas, máxime, cuando el actual gobierno ha dado muestra de continuar en el poder, más allá del 2024, lo que los puede hacer pensar, en cualquier salida inesperada.

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En virtud de esto, y mucho más, es que le hemos venido sugiriendo al actual gobierno, que, además del gran e inestimable valor que ha demostrado el Ministerio Público, así como los demás miembros del aparato judicial que le sirven de soporte a las acciones históricas que se están llevando a cabo, hay que agregar otro elemento fundamental, que es la creación de una muralla infranqueable que le sirva de soporte a esas acciones: La educación en valores de la sociedad.

Y esa educación en valores éticos, cívicos y valores patrios, se pueden obtener, a través de la aplicación masiva del numeral 13 del artículo 63 de la Constitución y del artículo 34 de la Ley de Partidos, Agrupación y Movimientos Políticos, No.

33-18, las cuales ordenan “formar ciudadanas y ciudadanos conscientes de sus derechos y deberes, valores patrios y de los principios de convivencia pacífica”, así como “formar ciudadanas y ciudadanos, con profunda vocación de servicios”.

La lucha por enfrentar la corrupción; no propiciarla desde el poder, viene desde muy lejos. Su máxima expresión fue la revolución constitucionalista de 1965.

Así que, a propósito del golpe de Estado al profesor Juan Bosch, harán este mes 59 años, vayamos más allá de la persecución de la corrupción e impunidad: ¡Eduquemos en valores cívicos, éticos y patrióticos!

Por: Andrés Fortunato Victoria

El Nacional

La Voz de Todos