El hachazo que la agencia de calificación Standard and Poors ha asestado a nueve de los 17 países de la eurozona, incluidos a los que degradó su nota de solvencia, parece marcar el comienzo del fin del euro y aleja la posibilidad de una recuperación en el corto plazo de la crisis financiera que abate a Europa.
La firma estadounidense excluyó a Francia y Austria de las economías élites, al degradarlos de AAA a AA+, en un aciago viernes 13, en el que también España, Italia, Portugal y Chipre cayeron en dos escalones al reducir sus niveles de solvencia de AA a A, lo que dificulta la aplicación del Fondo de Rescate diseñado para recuperar la confianza de esos países afectados por insolvencia.
El tétrico informe de que 15 de las 17 economías de la eurozona fueron colocadas en perspectivas negativas indica que literalmente Europa se cae a pedazo y que cada día se disminuyen las posibilidades de un deseado retorno a la recuperación.
A pesar de la queja de la Comisión Europea por lo que definió como inconsistente decisión de S&P, la calificadora justifica la masiva degradación de la deuda pública de la zona euro, al señalar que el pacto fiscal adoptado a finales de 2011 no ha representado ningún avance. La verdad es que Europa se acerca cada vez más al abismo financiero.
De lo que se habla ya en el viejo continente es de una crisis política, financiera y monetaria, lo que obviamente repercutiría en todo el mundo, más aun por las difíciles perspectivas de la economía de Estados Unidos y de otras del mentado primer mundo, lo que hace temer que se aproxime un tsunami monetario que se lleve por delante al euro.
Aunque Alemania, que mantuvo su ranquin triple A, Francia y la propia Comisión Europea claman para que no cunda el pánico, no hay dudas de que la degradación en la nota de solvencia financiera de nueve de los 17 países de la Unión Europea es clara señal de catástrofe que a este lado del Atlántico debería observarse con extrema preocupación.
El cuadro presentado por S&P indica que Grecia y Portugal se sumirían en la más abyecta quiebra financiera, que España e Italia se hunden en el pantano de la deuda, que Francia ha perdido su virginidad y que los títulos de deuda de casi todas las naciones de la zona euro ingresan en terreno de la especulación.
Mientras Europa no se repone del Viernes Negro, la gente se cuece en intrascendentes justificaciones o quejas politiqueras, sin que gobernantes ni gobernados avizoren que en tierra firme se ha formado un huracán económico, financiero y monetario de tal magnitud que de un solo suspiro arrasaría una economía tan endeble, como la dominicana.

