El paro de labores en hospitales y clínicas privadas, convocado para hoy y mañana por el Colegio Médico Dominicano (CMD) y el Consejo de Sociedades Especializadas, es una expresión de irracionalidad e injustificado resabio gremial que desdeña el ejercicio dialogante como vía de consecución de reclamos profesionales.
La vicepresidenta Raquel Peña, y el ministro de Salud, Daniel Rivera, han sugerido al gremio médico que se priorice la salud y se promueva un diálogo para discutir sus exigencias sin recurrir a interrupciones en los servicios hospitalarios, una propuesta que el CMD debería al menos considerar.
Duele saber que durante dos días estarán suspendidos los servicios de consultas y procedimientos electivos a nivel público y privado en todo el país, incluidas las áreas de odontología y psicología, lo que representa un golpetazo a la salud de miles de pacientes.
El Gobierno debería ser más proactivo en la búsqueda y promoción de alternativas de soluciones a los reclamos que formulan los profesionales de la salud sobre condiciones de trabajo “justas y adecuadas”, pero también que garanticen a la ciudadanía un servicio de salud digno, accesible y eficiente.
Los médicos reclaman aumento en sus honorarios, mayor cobertura del Plan de Servicios de Salud, inclusión de la salud mental en ese capítulo, atención domiciliaria a envejecientes y discapacitados, lo que se interpreta como un pedido de reforma al Sistema de Seguridad Social.
El ministro Rivera ha sugerido al Colegio Médico llevar sus reclamos ante el Consejo Nacional de Seguridad Social (CNSS), que dice sería el escenario que puede ofrecer soluciones concretas a sus exigencias, pero ese funcionario debería saber que sin voluntad política no se llega a ninguna parte.
Frente a los requerimientos de los galenos, las administradoras de riesgos de salud rebotan la pelota hacia el Gobierno al decir que para aumentar honorarios e incluir otras prestaciones se requiere reformular los aportes que reciben esas intermediarias.
El Sistema de Seguridad Social requiere una reforma profunda porque el esquema condena a la población a padecer de un servicio de salud deficiente y excluyente, cuya abrupta paralización parece ser la única vía de lucha que tiene el Colegio Médico.