Tengo el convencimiento de que en materia de cine dominicano, hay figuras esenciales que tienen un lugar asegurado en la historia de esta industria: Francisco Palau Pichardo, Franklin Domínguez, Agliberto Meléndez, Ángel Muñiz, Ellis Pérez, René Fortunato, Manuel Corripio, Camilo Carrau, José Enrique Pintor, Omar de la Cruz, Leticia Tonos, Martha Checo, Laura Amelia Guzmán, Ivette Marichal, Zumaya Cordero, José María Cabral y Nelson Carlo de los Santos, para solo indicar un selectísimo grupo de aportadores de experiencias inéditas de las que conforman la gran pantalla criolla.

Pero sus aportes aún no se han escrito en un volumen que podría titularse El gran libro del cine dominicano, inexistente por nuestra ancestral ausencia de vigor para plasmar en la perennidad de la palabra escrita, los acontecimientos y personajes que realmente importan, alejados de los lideratos fabricados por el mercadeo o el flujo tan irresponsable como indetenible de la infodemia procedente de las redes sociales.

De una de esas personas hablo hoy. Uno que ha demostrado claridad, coherencia, capacidad de trabajo y responsable de haber mostrado el atractivo de los documentales sobre historia nacional dominicana: René Fortunato.

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Hoy domingo a las seis de la tarde, está convocando a un hecho tan significativo como generoso: la exhibición gratuita de su documental más reciente: Caamaño, de militar a guerrillero, nada menos que en un espacio público tan amplio como accesible: el Parque Independencia, donde ya antes ha presentado otros trabajos documentales, con todo y la compleja logística que implica: garantía de un buen sonido e imagen, sillas suficientes para acomodar a todo el que quiera ir, un equipo de orden que garantice que todo marche bien.

La exhibición de ese documental es doblemente significativa, además del aporte que representa, por el lugar en que se realiza. En ese entorno dieron discursos Manolo Tavares, José Francisco Peña Gómez y Francisco Alberto Caamaño.

Es el lugar en que se encuentra emplazada la estatua del coronel Caamano, realizada por fundación Luces y Sombras del artista Juan Gilberto Núñez, (quien la colocó en la esquina de la calle El Conde con Palo Hincado, a punta de voluntad propia porque no le fue concedido el permiso por la alcaldía del momento, que se opuso – en su momento – también a instalar la galería de bustos de los héroes nacionales dentro del Altar de la Patria, otra de las muchas historias que deberían ser contadas.

Fortunato asume esa responsabilidad y ese costo, porque no es un cineasta más que solo piensa en su venta de boletas. No es así. Este hecho de otro material de fe, compromiso y esperanza. Ahí nos veremos.