Opinión

Hoy más que antes

Hoy más que antes

La bandera del nacionalismo, que ha ondeado de un tiempo a esta parte alimentada incluso con la imagen del insigne patricio Juan Pablo Duarte, tiene más motivos este martes, cuando se cumple el 50 aniversario de la segunda humillación a la soberanía, para flamear por todo el territorio.

Con el desembarco militar del 28 abril de 1965 Estados Unidos retorció el curso de la historia, como había ocurrido en 1916, al instalar regímenes despóticos, que ahogaron las esperanzas del pueblo de transitar su propio destino. Los activistas que con tanto fervor reivindican hoy la autodeterminación son los más llamados a encabezar demostraciones contra el atropello a la dignidad protagonizado por la nación más poderosa del planeta.

Tienen los celosos defensores de la identidad y la soberanía la oportunidad de demostrar que su bandera no es agitada por odio o racismo contra la población o los haitianos que se han establecido en el territorio, sino para salvaguardar los valores nacionales.

Los haitianos que emigran y se han establecido en esta parte de la isla lo hacen por las mismas razones que dominicanos, muchísimos desafiando la muerte a través de travesías suicidas, viajan a Estados Unidos o España: en procura de mejor vida. Los compatriotas, a pesar de que en España lideran pandillas de antisociales y en Nueva York llegaron a dirigir poderosos cárteles de distribución de drogas, no han tenido el rechazo que por aquí se dispensa a nuestros vecinos.

La inestabilidad política y el elevado endeudamiento se citan entre los factores que motivaron la intervención militar de 1916, a raíz de la cual se fomentó ese esperpento que asumió el trono durante 31 años: Rafael Leónidas Trujillo Molina, quien se apoyó en el crimen y la persecución de sus rivales, así como en la conculcación de las libertades y otras acciones para administrar la República como un feudo personal.

La segunda intervención norteamericana impidió la reinstalación en el poder del profesor Juan Bosch, como demandaban los constitucionalistas que habían tomado las armas, y propició la victoria electoral del doctor Joaquín Balaguer. El guión por el que se rigieron Trujillo y Balaguer podía diferir en el contexto, pero por lo demás era exactamente el mismo.

Ante tales secuelas de las intervenciones de Estados Unidos, a los nacionalistas se presenta una valiosa ocasión para demostrar que su patriotismo no es de pacotilla, sino un auténtico sentimiento en defensa de los valores patrios.

Más aun, porque hoy es muy posible que si el Tío Sam vuelve a desplegar tropas por estos predios, en lugar de enfrentarlas como ocurrió en el 65, el pueblo les ofrezca una cálida bienvenida. Y ni hablar si al dominicano le plantean la posibilidad de escoger entre ser una nación libre y soberana o una colonia de Estados Unidos. De seguro que el grueso de la población no lo pensaría dos veces.

 

El Nacional

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