Nada menos que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas considera que la crisis que abate a Haití es lo más parecido a un callejón sin salida, según revela el nuevo jefe de la misión de la ONU para la estabilización de esa nación, quien admite la decepción de la comunidad internacional ante el escaso progreso haitiano.
El canadiense Níger Fisher dijo que Haití no ha avanzado lo suficiente o deseado en materia política, económica, jurídica y de derechos humanos y puso como ejemplo que su economía creció apenas en 2012 un dos por ciento del PIB, frente a una proyección del 8%.
Cuando en el Consejo de Seguridad de la ONU se maneja la tesis de que la situación de Haití es lo más parecido a un callejón sin salida, hay que suponer que la crisis haitiana no solo tiene ribetes de dramatismo, sino que se presenta como enfermedad incurable.
Llama la atención que el enviado canadiense centra la preocupación internacional en que esa nación caribeña todavía no está abierta a los negocios, por lo que ha reclamado mayor nivel de transparencia en los concursos de adjudicación de contratos.
A más del clima de negocios, a Naciones Unidas debería preocuparle que Haití literalmente está al borde de una hambruna y que todos sus indicadores de desarrollo humano están en bandoleras, aunque advierte que tenemos poco tiempo para consolidar la cultura del estado de derecho y apoyar el reforzamiento de las instituciones.
Tal es el deterioro de Haití que el tema mereció la atención del presidente Barack Obama en su discurso a la nación, en el que [prometió que Estados Unidos participaría activamente en un eventual programa de recuperación de ese empobrecido país.
El presidente Michael Martelli ha señalado que la mayoría de los recursos no llegan al Estado ni al Gobierno, sino a organizaciones no gubernamentales que trabajan con agendas muy particulares, por lo que es difícil para las autoridades acometer proyectos de gran envergadura.
Haití y la comunidad internacional no parecen hablar el mismo idioma, porque ese pueblo reclama una auténtica voluntad de participación efectiva en los proyectos de recuperación económica, pero en vez de intensificar ayuda para mitigar el hambre, en Naciones Unidas están más preocupados porque los haitianos no garantizan un adecuado clima de negocios.

