Hay que ponderar y tener mucho cuidado, con cargar con nuevos impuestos, que laceran a los sectores más representativos de la población. Cuando se va a un supermercado, se ve en la línea impositiva lo difícil que es el momento para la clase media y proletaria.
El gobierno tiene que recaudar impuestos, no se le puede atar las manos, pero cada paso impositivo se debe tomar analizando la crisis económica de todos los dominicanos.
Si bien es cierto que el gobierno tiene que fabricar recaudaciones para poder hacer frente a sus necesidades, en ningún caso se puede pensar en poner más cargas sobre los hombros del dominicano de a pie.
Ya hay suficientes problemas de subsistencia, donde millones de dominicanos trabajan para poder adquirir una sola comida, sin los suficientes nutrientes y hasta sin calidad.
No hablemos de la clase media, que con la soga al cuello, tiene que echar para adelante en medio de impuestos masivos que ponen en peligro su forma de vida. Hay que equilibrar las cargas impositivas.
No se puede tampoco obviar que a la clase pudiente también se le golpea con los impuestos, a pesar de que los puede pagar, pero le alteran algunos aspectos de su vida diaria.
El paquete de reforma impositiva rechazado por la población no puede ahora ser colado lentamente, porque ello sería dar un golpe casi mortal a la economía popular. No se le quita la potestad del gobierno a buscar fórmulas impositivas, pero, eso sí, que se sopese cada paso.
Solo hay que poner sobre la mesa la cartilla que aparte de los impuestos, todos los servicios han sido reajustados, en ocasiones en forma anárquica, y de acuerdo a lo que vende o sirve una empresa determinada.
Con una economía dolarizada se torna imposible establecer controles efectivos del devenir económico. Todos los días la prima sube, aunque sean céntimos, y ello debe mover a preocupación.
Es comprar o pagar en pesos, lo que se contabiliza a 62 pesos o más por un dólar. Hay una economía de la calle que dice que esto no se aguanta. Al economista de profesión le podría parecer una opinión sin importancia, pero está basada en el estudio del devenir de nuestra clase media y de los pobres.
Esto torna más pesarosa la existencia de los excluidos. Algún día tendremos un censo que sea objetivo, donde se pueda valorar cuál es la verdadera existencia de los miles de dominicanos desempleados, que viven de la chiripa y que hace tiempo perdieron las esperanzas. Obligación del gobierno es restaurar la fe en el porvenir.
Por: Manuel Hernández Villeta