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Inexplicable

Inexplicable

Pedro Pablo Yermenos Forastieri

El de ellos fue un amor de estudiantes que logró derrotar el mal pronóstico que estos suelen tener. Pese a una simulada resistencia inicial de ella, no le quedó más que rendirse ante la irrenunciable resistencia de él que fue capaz de superar una separación de más de un año por sus respectivos estudios de maestrías fuera del país en destinos diferentes.

Al regreso, en poco tiempo, todo estaba consumado. Su sueño de forjar una familia, se hizo realidad. Católicos testimoniales como eran, su enlace produjo enorme alegría en la parroquia donde se congregaban. El párroco organizó un ceremonial espectacular.

Menos de dos años después se multiplicaron. Aquel bebé precioso fue el complemento ideal que necesitaba ese hogar casi perfecto. Todo era felicidad. El niño no podía ser más encantador. Alegre, cariñoso, inteligente. Cada mes le hacían una sesión de fotos y sus tres primeros cumpleaños fueron celebrados con motivos relacionados con sus preferencias infantiles.

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Una mañana navideña notaron que el niño mostraba síntomas de una gripe inicial. Le dieron acetaminofén, pero las manifestaciones, lejos de aminorar, se incrementaron. Hubo que llamar al pediatra, quien prescribió otro tratamiento que, al principio, parecía que funcionaría.

No fue así. La congestión se profundizó; la tos y la dificultad respiratoria resultaban ostensibles. El médico ordenó llevarlo a la clínica. Lo ingresaron por sospecha de una neumonía que las analíticas y los estudios confirmaron.

Empezaron a preocuparse al constatar que las cosas iban de menos a más cuando les informaron que había que internarlo en cuidados intensivos. Todo el cuadro se complicaba porque aquello ocurría en medio del vórtice de la pandemia y del segundo embarazo, de término, de ella.

Todos los circuitos de solidaridad con la pareja, encabezados por su iglesia, se activaron. Las cadenas de oración eran profusas y permanentes. Las noticias eran tan desalentadoras, que todos se refugiaron en su inconmovible fe, aguardando un milagro divino.

Fueron múltiples las opiniones profesionales que escucharon. Las consultas jurídicas realizadas, con el propósito de encontrar la mejor manera de enfrentar la inexplicable realidad de que, un niño saludable, fuerte, a partir de un leve resfriado, se lo entregaron con pérdida absoluta de movimientos en sus extremidades y sin función cerebral.

La llegada del hermanito no hizo disminuir la esmerada atención y cuidado brindado a ese ángel que, de corretear sin pausa, pasó a estar postrado, en dependencia absoluta del amor de sus maravillosos padres.