La humareda de la intensa campaña electoral no permite visualizar el peligro que representa para el carruaje de la economía nacional avanzar sobre un camino lleno de obstáculos que se desprenden desde lo más alto de la crisis financiera sin precedentes que agobia a Europa y a Estados Unidos.
A pesar de que América Latina, incluida República Dominicana, ha podido evitar los efectos más terribles de esa crisis mundial porque sus economías no están conectadas de manera directa al foco de infección originado en el colapso inmobiliario y financiero de Estados Unidos, hay que advertir que esa epidemia se expande ya por los cinco continentes.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha advertido a la región, que aunque esperen lo mejor, deben prepararse para lo peor, ante la posibilidad de que cesen los flujos de capitales y disminuya el comercio internacional a causa del agravamiento de la crisis de la Zona Euro.
Boris Segura, uno de los analistas de Nomura Securities, el banco de inversión japonés que adquirió los activos de Lehman Brothers en Europa, ha dicho que será muy difícil que se lleven a cabo las revisiones pendientes del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que actualmente se encuentra en punto muerto.
Esa situación provoca el temor de que liberado de la verja restrictiva del FMI, el Gobierno abra compuertas al gasto en procura de incidir en los resultados electorales, aunque se considera lógico que el presidente Leonel Fernández se resista a la exigencia del Fondo de aplicar un sustancial incremento a la tarifa eléctrica, porque sería como incurrir en un suicidio electoral.
El analista de Nomura estima que ya es tarde para aplicar una extensión del convenio con el FMI que data de 2009 y concluye a finales de este mes, aunque cree que el gobierno que se instale el 16 de agosto diligenciaría otro acuerdo de largo alcance que garantice flujo de créditos, capitales y consolidación de la macroeconomía.
Hay que reclamar hasta el cansancio que Gobierno, liderazgo político y sector productivo prometan no jugar con candela y conciliar promesas de que no habrá desenfreno en el gasto y que se cumplirán las metas de reducción fiscal y disminución de las transferencias al subsector eléctrico, aun sin la sombrilla del FMI.
Las grandes economías están al borde del colapso y otras emergentes ya han colapsado, por lo que es imperativo que en esta tierra insular se asuma la reiterada advertencia de que los efectos de la crisis global se sentirán con fuerza en el ensamblaje de la economía regional y local. Ojalá que la sensatez prime entre los que gobiernan hoy y los que gobernarán mañana.

