Amable Mejía
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Como todo premio literario de la República Dominicana, si el autor no lo dice, nadie se da cuenta, es el caso José Ramón López, 2019, del Ministerio de Cultura. El autor no lo ha dicho.
En ese mismo orden, aspiramos a ese premio, entre otros, a ser más conocidos, pero terminamos siendo más desconocidos de lo que lo éramos antes de ganarlo, sin tomar en cuenta, por supuesto, la solapa de los libros, que son los que lo dicen hasta hartarnos de que fueron premiados.
Como nadie se acuerda de ellos, los autores no pueden perder la oportunidad de recordárselo a un posible lector ingenuo o a su colega, que es a quien va dirigida esta ponderación: “Fui premiado y tú, infeliz, no”. Propongo que los futuros ganadores se comporten como el que se saca la Loto. Quisiera que nadie lo sepa, y para lograrlo se muda.
Que los autores premiados se olviden de que lo ganaron, recordándoselo a los otros por un año, en lo que vuelve a ganar otro. Que el premiado haga lo mismo que lo de la Loto, puesto que al final es olvidado más rápido que si hubiese publicado el libro por sí mismo.
El autor de un premio no puede hacer eso. Se tiene que quedar viviendo en un mismo lugar. Quizás, en Santiago de los Caballeros, de donde es oriundo Ubaldo, autor de “Jaque mate”, que es conocido.
Cuando fue declarado ganador le dije: “Aprovecha tus quince minutos de fama”. Se río, no podía hacer otra cosa. Y vino la pasarela de la bulla de que un joven escritor santiaguero ganó, en buena lid, el premio anual de cuento del año en curso. Entrevistas en radio y televisión y medios escritos, la bulla de los conocidos y de los familiares (por los cuartos recibidos) y al ¿olvido? No lo sé; pero lo más importante es que fue premiado en un género dificilísimo y competitivo.
Ponderar la calidad y la maestría (son cuentos de largo aliento, no prefabricados). Poseen el dominio de la palabra y de las acciones, donde el autor demuestra sus pericias en el género, de que lo ha escrito y estudiado como ejercicio de creación e inteligencia.
Cuando digo de largo aliento, es que en un momento dado se puede pensar que estamos ante relatos, pero no, son cuentos, por los detalles y la persistencia sobre lo narrado y los nudos diseminados a lo largo de los cuentos, donde todo fluye con conocimiento de lo que se está escribiendo.
El libro está compuesto de 13 cuentos. Un número simbólico por donde quiera que se le interprete. Los títulos evidencian conocimiento y cultura, buena lectura de los maestros del género más la imaginación insaciable, siempre a disposición del asombro; que evidencia la capacidad creativa del autor y su potencial como narrador, digamos envidiable, por la pasión que encierra su prosa y su personalidad.
No estamos ante un cuentista que por accidente fue acumulando cuentos y al final, como es obvio, se decidió por enviar “Jaque Mate” al concurso, no. Es un escritor con conocimiento del cuento moderno, sus técnicas, sus limitaciones, que la justifica muy bien, por la calidad presentada ante cada cuento en su discurrir de acciones.
No es su primer libro, tiene en sus hombros de nubes, “Cuentos cortos para lectores perezosos” (2004) y la novela “El olor de Canícula” (2020), disponible en Amazon. Con décadas en las lides de la narrativa santiaguera, tanto como escritor como en su profesión de joven abogado de esa región maravillosa llamada Cibao, y del que se espera una labor de dedicación a la literatura dominicana.