Opinión

Jean Marie Delgado 22

Jean Marie Delgado 22

Por lo que leí en un matutino, pareciera ser que el pecado de Jean Marie Delgado, destacada abogada y dama de esta sociedad, no es que se violaron sus derechos constitucionales a expresar su protesta por la presunta corrupción del ex Leonel Fernández, cuando una turba de paleros le agarró un seno, intentó despojarla de su cartera y la embistió.

No, su aparente pecado fue ser militante de Alianza País y atreverse a asistir a un acto de Leonel Fernández y esto crea una modalidad nueva en el derecho a protestar. Si no eres del Partido gobernante no tienes derecho a apersonarte donde un líder de ese partido tiene una actividad particular.

No soy abogada, pero creo que se ha inaugurado una nueva modalidad en el quehacer político que puede denorminarse el palerismo justificado, como aquellas hordas del trujillismo que embestían a las mujeres del 1J4 cuando se atrevían a ir a misa y protestar pacíficamente por cualquier barbaridad.

Así, el matutino en cuestión, el cual fue recientemente condenado, aparenta descalificar la agresión a una dama porque era “militante” de Alianza País, pareciendo ignorar que fue precisamente Guillermo Moreno quien se atrevió a ponerle el cascabel al gato, cuando acusó al ex presidente Fernández de malversación de fondos públicos, algo que hoy retoma el Procurador a través del enjuiciamiento de Félix Bautista, un hombre que se ha hecho escandalosamente rico, aparentemente por el usufructo de fondos del Estado y a quien el propio ex Fernández ha calificado de “carne de su carne”.

¿Qué es lo penoso en todo esto?

Ciertamente no lo es que una ciudadana, militante política o no, se apersone a protestar por la razón que sea, en una actividad política. Lo es la manera en que se distorsionan los hechos para que lo que es correcto parezca incorrecto, para lo que es un derecho se convierta en un delito, para que la verdadera razón de la protesta (entiéndase la supuesta corrupción de Leonel Fernández) se tergirverse para justificar el ataque de un grupo de paleros y paleras a una mujer desarmada.

Y lo que ya rebasa lo creíble es que un hombre que se presenta como un pichón de “estadista”, recurra a métodos como estos: traer desde temprano guaguas de paleros para embestir a los y las protestantes, mientras intenta convencernos de que es el candidato idóneo para las próximas elecciones, algo de lo que ya no convence a ningún presidente latinoamericano y sobre todo caribeño.

La megalomanía es una enfermedad. Algún psiquiatra debe haber que pueda ayudar a Leonel, para alivio de Villa Juana.

 

 

 

 

El Nacional

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