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Cuando entré a laborar a la Cancillería como embajadora adscrita para asuntos de la mujer y la niñez, me reporté a trabajar y agradezco al Sr. Villanueva su gentileza al asignarme un escritorio y una asistente, la entonces consejera Cecilia Caballero.
La primera tarea era consolidar en una Sección todo lo concerniente a los temas de mi incumbencia, ya que estaban dispersos en distintos organismos, de ahí la tardanza en la preparación de los informes de país, o en la organización de los archivos.
Lo primero que observé en Cancillería fue que había un personal de limpieza y mensajería que nunca había sido tomado en cuenta. De hecho, muchas de las mujeres tenían contratos temporales, algunas por una década, lo cual impedía que disfrutaran de los beneficios de seguro médico y otros. A nadie se le había ocurrido tampoco organizar un programa básico de formación que comenzara por darles a conocer la institución para la cual trabajaban, sus funciones, limitaciones y alcances. A eso se le llama fomentar un un sentido de identidad con la institución para la cual se labora.
Iniciamos entonces unas jornadas de capacitación sobre la Cancillería, con la anuencia del Departamento de Personal, al cual nunca se le había ocurrido que ellas necesitaban un programa de formación, que luego se amplió a los temas de preocupación de las mujeres: manutención, salud reproductiva y salud en general, violencia doméstica, problemas con la crianza de los hijos e hijas, entre otros.
También se les capacitó sobre las jornadas patrias: el 27 de febrero, la Restauración y sobretodo sobre dos fechas fundamentales: el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, y el día 25 de Noviembre, fecha en que conmemoramos el asesinato de las hermanas Mirabal y fue declarada a nivel mundial como Día Internacional de la No Violencia a la Mujer, a solicitud de las dominicanas. No de los caprichos de notoriedad de un Diputado que quiere hoy “valorarnos”.
Lo que no pudimos lograr fue que a todas se les cubriera con un seguro médico, aunque el Hospital de la mujer está a tres cuadras de Cancillería, lo cual convirtió nuestra oficina en un consultorio médico. Allá se apersonaban las mujeres con anemia crónica buscando una inyección, buscando un medicamento para sus hijos. Hacíamos colectas, también los 8 de marzo, y 25 de Noviembre, comprábamos la medicina, o el brindis, o la flor que había que ofrecerles ese día.
Ese programa duró doce años, es decir, mientras estuve a cargo del área. Por eso me indigno tanto que este 25 de noviembre y teniendo 364 días disponibles, la Cancillería organizara ese día un coloquio sobre diplomacia.