Reportajes

La clase media ha sido el motor de los protagonistas de la política nacional

La clase media ha sido el motor de los protagonistas de la política nacional

La clase media, de la que el autor de El capital dijo que era la más revolucionaria, ha protagonizado la historia de los últimos tres cuartos de siglo de  República Dominicana.

(La condición de revolucionaria que Marx le atribuye a la burguesía, que es la misma clase media, se relaciona directamente, aunque no lo hace tan evidente, el gestor del materialismo dialéctico en su libro capital, se relaciona con el desplazamiento primero del feudalismo en Europa y después contra la monarquía a la que dejó parapetada en sus salones de lujo (en otros casos los echó, con el pueblo, a patadas de sus cómodos palacios) y su vida regalada.

Para marchar con los cambios fundamentales que se produjeron en Europa desde la ardiente Comuna de París hasta las vertiginosas calles de Moscú).

 El protagonismo de esa clase media media (si vale la doble acepción) en este país ha tenido de escenario político primordial la capital dominicana, en unos momentos estelares a través de levantamientos guerrilleros, conatos de foquismo urbano y en otros, mediante la acción política.

El punto débil de estas acciones que han intentado el cambio de tipo orgánico en un país cada vez más influenciado por una potencia interventora ha sido la difícil relación de esa clase media impregnada de un espíritu revolucionario con el pueblo al que hipotéticamente (hipotético hasta su concreción específica) van a beneficiar los cambios.

El pueblo llano-impreparado debido a una larga tiranía de tipo medieval, en unos casos, narcotizado en otros por influencias de tipo religioso y por la intromisión extranjera, en la mayoría de ellos-no ha sentido como suyos ese sentimiento de transformación que le ha sido ofertado.

Pero además, y esto es básico a la hora de analizar como instrumento de trabajo cualquier argumento de carácter sociológico o socio político, las organizaciones políticas que tuvieron en sus manos las posibilidades de generar estos cambios demandados por la sociedad dominicana no lo hicieron cuando tuvieron la oportunidad y no supieron comprender el momento histórico que se les presentaba para “casarse con la gloria”.

En adelante, al  fracasar en sus intentos tibios de “revolución”, (colocado entre comillas en referencia a organizaciones que lo que en realidad se proponían era erradicar por vía de las armas la tiranía) al colapsar el foquismo,  al caer los líderes revolucionarios fundacionales de izquierda, en acciones preparadas por la metrópolis, al recomponerse las condiciones nacionales e internacionales, finalmente, la mayoría de los proponentes del cambio se atuvieron a lo que deparara el devenir, es decir, dejaron el campo libre a la derecha caudillista.

Se podría decir como colofón que ambos bandos, el que fuera señalado como Frente Oligárquico-militares, iglesia católica, Estados Unidos y más, así como La “franja” que se veía a sí misma como revolucionaria, nunca, salvo en el momento efímero de la “erradicación” de la tiranía, tuvieron al pueblo llano en cuenta sino siempre sus planes protagónicos particulares.

De ahí que ambas fronteras-las clases más altas y la media- se han sentado a contemplar desde sus orillas cómodas el discurrir del río de la multitud humana sin dolientes, útil y necesaria, finalmente, para que cada cuatrenio elija a quienes proponen “los de arriba” de acuerdo a esas mismas conveniencias y al sentimiento utilitario que toma al pueblo por ordeñador de sus vacas milagrosas que le producen altas rentabilidades y que no se reparten del modo humanamente equitativo, como debiera ser la regla del “juego” democrático.

Las organizaciones de las que mana la voluntad de cambiar al país y convertirlo en un ente de desarrollo decente, equilibrado, digno, ha colocado sus figuras para que se enriquezcan, para que se hagan del poder, para que den riendas a sus egos, no para transformación alguna.

De ahí este presente dramático, difícil, poblado por la crisis, beneficiario de unos grupos indolentes, y que explica todo lo que es anomalía en términos de delincuencia común, delincuencia política, fallas intolerables del conjunto sistémicas.

La sociedad soñada por los fundadores ha colapsado ruidosamente, se admita o no- y hoy los resultados se hallan a la vista de todos.

El Nacional

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