Eugenio Camacho
Es innegable la influencia del arte en la ciencia. Más específicamente el mundo de la ciencia ficción expresado a través de la literatura, el comic, el cine, la música y la pintura.
Es muy probable que los mayores experimentos y adelantos del progreso científico-técnico de la era moderna hayan estado inspirados en las obras de los artistas. ¿Quién niega que Julio Verne haya anticipado el primer viaje a la luna realizado en 1969? Y que el Nautilius y su capitán Nemo hayan influenciado siglos más tarde las tareas marítimas de los submarinos? .
A caso la música de Wagner y Bethoven no adelantaron escenas del cine? Así, millones de inventos y de objetos inspirados en la obra de Leonard Da Vinci.
En ese orden, el campo de la ciencia ficción es también, el terreno de la intuición. Muy probablemente tenga su influencia en los avances de la física cuántica, y con el tiempo ha procurado profundizar de forma considerable en la psiquis humana y la neurociencia.
El territorio de la ciencia ficción es también un terreno especulativo, toda vez los hechos tratados en ella pertenecen al mundo de lo imaginario, al mundo de la ficción y a la conciencia mítica.
Como está dentro de un conocimiento que aflora en la mente del genio que sueña, de ahí precisamente se desprende su carácter fantástico: la duda, la vacilación y el trastocamiento de un orden establecido.
Su fundamento se encuentra más bien, en la relación dialéctica con el mundo real y su colindancia con los mitos cotidianos. El enfrentamiento con realidades abstractas, ilusionjes, sueños y fantasías de héroes y villanos que transcurren las diversas tramas de novelas y cuentos.
El valor de verdad de los textos de ciencia ficción tiene su completud en la mente de los lectores, por la extraordinaria carga de fantasías que en ellos aflora.
Llega a mi memoria aquella serie radial de aventuras que tanto escuchamos en nuestra juventud, aquel famoso Kalimán, quien recomendaba a su protegido Solín, que todo el poder del hombre se concentraba en la mente humana, “el que domina la mente, lo domina todo” decía aquel amado personaje de la infancia, inventado por el genio de Clem Uribe.
La fantástica ciencia campea por todos los lados. Por ese motivo debemos preguntarle a Stephen Hawking por qué razón era un asiduo lector de ciencia ficción. ¿A caso leyó este científico las obras del Italiano Emilio Salgari, las de Julio Verne y Walter Scott; las de Poe y de Isaac Asimov? Específicamente la obra de Verne pudo haber dejado una semilla en el cerebro de alguien con mentalidad de científico. Con unos personajes afanados por la acumulación enciclopédica y el conocimiento. Personajes, si se quiere, muy pendientes de las extravagancias y misterios de la tierra.
Solo las aptitudes de estos son representaciones de una mentalidad pre-científica, que apuntala a profundidad los diversos comportamientos sociales. Un recorrido evolutivo que va desde los dinosaurios hasta el Homo videns.
Aptitudes que adelantan el saber y el conocimiento, toda vez que han ayudado a profundizar sobre las extremidades más sobresalientes de la flora y la fauna: sus minucias, sus detalles y especímenes.
Esa mente pre-científica de Verne fue la originaria de muchas cosas a las que posiblemente se adelantó. En la novela “De La Tierra a la Luna” se anticipa a los viajes espaciales iniciados en los años sesenta por los norteamericanos, concretamente el viaje del Apolo Xl.
En esta novela está la clara anticipación del autor “en cuanto a la similitud del cohete que se disparó un siglo después: el tamaño, la velocidad de la nave, los sistemas de producción de oxígeno y la conservación de los alimentos. Una novela, asombrosa por su carácter de veracidad y por su extraordinario poder de imantación.
Verne es el gran propulsor de la ciencia moderna, novelas como “Viaje hacia el Centro de la Tierra”, “De la Tierra a la Luna” y “Veinte mil leguas de Viaje Submarino” fueron sin duda bujía inspiradora de grandes producciones cinematográficas, series televisivas en las que se plantea que las próxima guerras serán por el control espacial y han hecho pensar al hombre de hoy en las posibilidades de vivir en el espacio cuando no sea posible vivir en la tierra.
De la inmensa gama de temas y motivos de la literatura de ciencia ficción existen los viajes intergalácticos, las aventuras submarinas, las ciudades del futuro y las guerras espaciales; los disímiles y misteriosos laberintos plagados de aves extrañas, dinosaurios, historias ocultas y la invasión de seres extraterrestres, que en un futuro habitarán la tierra con inteligencias superiores a las del hombre común.
¿Cuál es la ciencia de la ciencia ficción? Pues, su carácter anticipatorio y la búsqueda de un mundo imaginario con características científicas. Su fundamento específico, es una apuesta estético- científica que sobrepasa los límites galácticos.
Está demostrado que la ciencia y la fantasía son criaturas siamesas, especie de caldo de cultivo del conocimiento moderno y que sólo a través de ellas se podrá llegar a un desarrollo pleno del espíritu humano.
El auto