Para Johan Heinrich Lambert, la fenomenología es “la teoría de la apariencia”, y está destinada a distinguir lo exacto entre lo que “es” y “lo que parece ser verdad” (1764). Kant y Husserl se adentraron más allá de la apariencia y de sus ulteriores detalles acerca de lo exacto y la definieron como un contundente método capaz de describir la característica de los fenómenos síquicos en un radio de acción objetivo, filosófico y disciplinado.
“Tiende a producir cambios en la mente del consumidor”.
Esta filosofía universal, capaz de proporcionar una base de acción a todas las ciencias en cuanto a su revisión metódica, es también testigo de cargo a una estructura que caracteriza la agitación de la vida económica moderna: la publicidad, cuya fenomenología es bien simple: teoriza, analiza, planifica y explota una estructura que depende de una superestructura en cuanto a configuración, trama, complejo y conexión.
La interdependencia que existe entre los componentes del todo publicitario, entra en una sucesión de fenómenos que van desde la aprehensión de pormenores cargados de argumentos enlazados a un plan de persuasiones, que en esencia tienden a producir cambios de calidades en la mente del consumidor, y son favorables al mismo plan, a los mismos argumentos persuasivos y a los mismos fundamentos en que se constituyó.
La explicación parecería difícil y, sin embargo, es así como se puede exponer la fenomenología de la publicidad como sujeto, y de la campaña y los anuncios como sus atributos.
La publicidad es una estructura hija de la superestructura económica del estado, y realiza infraestructuras que llevan el nombre de campañas que sostienen con anuncios los circuitos informativos nacionales, los cuales tienden a crear fronteras referenciales en las psiques de los consumidores, minando sus marcos de orientación económica y movilizándolos hacia diversas ofertas, para devolver, así, a la superestructura misma (la economía estatal) los insumos de los cuales se nutre: la producción y la ordenación de la labor en serie (el trabajo).
La publicidad teoriza, analiza y explota una estructura.
El propio Karl Marx, que describió en “Las metamorfosis del capital y su ciclo” (Capítulo I del Tomo II de “El Capital”) los vericuetos del dinero (D) y la mercancía (M), no sospechó la existencia posible de esta vital infraestructura, dependiente del mismo capital y sus ramales informativos, la cual regula las presiones y angustias de la economía con sus alzas, estancamientos y quiebras.