Desgarra el alma ciudadana la tragedia acaecida ayer en el patio del Juzgado de Paz del Ensanche Ozama, donde una mujer, sargento de la Policía, fue asesinada a balazos por su ex pareja, un marino desertor, quien también hirió a una amiga de la víctima.
Carolina Cecilia Reyes, de 34 años, fue ultimada por Joaquín Soto, de 38, cuando ambos aguardaban el conocimiento de una demanda interpuesta por la occisa, por manutención alimenticia un niño de dos años procreado por ambos. El individuo acudió a ese tribunal con la clara intención de ultimar a la suboficial.
Se trata de un suceso conmovedor e indignante porque se ha perpetrado un vil asesinato contra una madre soltera que acudió por ante un juez para solicitar que el padre de su hijo le ayude a solventar su manutención, pero lo que recibió a cambio fue su muerte.
La infortunada mujer, quien estaba adscrita al Sistema de Atención y Emergencia (911), creyó en la posibilidad de que el servicio judicial emitiera una sentencia que obligara a su ex marido a entregarle una mensualidad para poder adquirir los alimentos que requiere su hijo.
Duele mucho saber que en el mismo lugar donde esa madre soltera fue a reclamar derecho, encontró la muerte a manos de un homicida que por demás era perseguido por la justicia militar por haber desertado de la Armada Dominicana.
El asesino intentó también ultimar a Berenice de la Cruz, una amiga de la víctima, a quien propinó tres balazos, antes de emprender la huida y ser detenido por una multitud que lo entregó a la Policía. Tragedia con iguales matices ocurren en República Dominicana con pasmosa frecuencia.
De nuevo se reclama al Gobierno, Estado y sociedad aunar esfuerzo y voluntad para detener este río de sangre causado por tantos feminicidios que perpetran hombres violentos y despechados, que son también expresión de altísimos niveles de violencia que afectan a la colectividad.
Educación, prevención y sanción serían los componentes básicos de una receta efectiva para frenar el oleaje de feminicidio, a la que se debe agregar protección absoluta y continua contra las mujeres que sufren acoso o amenaza por parte de hombres despechados o padres irresponsables.