Las motocicletas Harley Davison tienen una fama inmerecida. No es su culpa, es de quienes las ostentan.
Para la inauguración de Trump, 8,000 motoristas viajaron a Washington a crearle “un muro protector” al presidente. Eran hombres blancos, de la tercera edad, con sus rubias mujeres, denominados como “perdedores” por la propia burocracia de Trump.
Trataban de recuperar con ese viaje cierta autoimportancia, trasladando a sus motocicletas los despojos de su estereotipada masculinidad y dignidad.
Otra vez han vuelto a resurgir las Harley, ahora frente al crimen múltiple de una mujer y sus tres hijos, quien supuestamente maltrataba a un bebé de ocho meses que el asesino había llevado a la casa para que lo cuidaran. De ser cierto, ensañarse contra un bebe es tan criminal como la acción criminal de un joven psicópata, cuya deforme humanidad se ocultaba detrás de una Harley.
Creo que este asesinato le ha puesto la tapa al pomo a la tolerancia ciudadana y que ha llegado la hora de plantear las cosas como son:
1.-En Cuba nadie se equivoca con la infancia porque lo fusilan ipso facto.
2.-En Irán no hay narcotráfico, porque ya desde el avión se advierte que a quien atrapen con droga lo ahorcaran en la plaza pública.
3.-En Dominicana, jamás desaparecerán los feminicidios e infanticidios mientras no se legisle la pena de muerte. Aquí hace tiempo que se aplica, pero para los militantes de izquierda, líderes comunales y sindicalistas.
4.-Hoy, la pena de muerte también se aplica contra jóvenes de los barrios marginados involucrados en la delincuencia menor o mayor, en el pequeño tráfico de drogas. Cada año, la policía asesina un promedio de entre 600 y 700 jóvenes en los famosos “intercambios de disparos”, claro, sin son pobres y negros, porque si son hijos de papi y mami se les busca la vuelta.
5.-Hay que poner las cartas sobre la mesa y demandar la pena de muerte para psicópatas irremediables a quienes la cárcel jamás reformará, porque el problema sería someterles a una lobotomía, no la prisión. Son los Llenas de ayer y los “metálicos” de hoy, quienes vegetan en las cárceles mantenidos por nuestros impuestos.
6.-He escuchado a locutores pidiendo que lleven al psicópata de la Harley Davidson a una cárcel “donde no lo puedan matar”; quejándose de que nadie ha ido a visitarlo.
He escuchado también la opinión de que un equipo de psiquiatras debería evaluarlo. Lamentablemente en este caso no creo que haya redención posible y a falta de una infraestructura para la salud mental donde estos casos puedan estudiarse, para evitarlos, hay que impedir que este hombre, Víctor Alexander Portorreal Mendoza vuelva a impersonar a Satanás.