Ramón Laureano es un hombre de extremidades y extremismos.

Su juego de basa en el uso de las terminales superiores e inferiores de su cuerpo y en la agresividad permanente en su estilo de juego.

Laureano, el sobresaliente jardinero central de los Atléticos de Oakland de excelente brazo, ha puesto de moda una herramienta olvidada en el beisbol moderno donde se prefieren los enormes batazos por encima del corrido de las bases.

El patrullero de los Atléticos encabeza las Ligas Mayores con 8 bases estafadas, un total que, subraya un análisis de MLB.com, supera a 19 clubes de las Grandes Ligas incluyendo a 10 de la Liga Americana.

Se resalta el hecho llamativo que Laureano se robó sus ocho bases en los primeros nueve juegos de la temporada, convirtiéndose en el primer jugador de Oakland en hacerlo desde Rickey Henderson en 1982.

Y cierran el tema recordando que ese fue el año en que Henderson impuso la marca de 130 hurtos.

Otro dato llamativo entre las cualidades que adornan al jugador de 26 años que asistió al Northeastern Oklahoma A&M College en Miami, es el poderío y certeza de su brazo.

Aunque los corredores rivales han desistido de retar el cañón que le cuelga del hombro, Laureano se apuntó ya su primera asistencia del año que fue producto de un raro out forzado desde el bosque central a la tercera base.

Desde que debutó en las Ligas Mayores el 3 de agosto de 2018, Laureano suma 22 asistencias, las cuales constituyen la mayor cantidad para jardineros en ambas ligas mayores durante ese lapso, por encima de las 19 de su paisano dominicano Teoscar Hernández, de los Azulejos de Toronto.

La defensa es otra de las herramientas tangibles en el juego de Laureano, quien no cometió errores durante sus 53 juegos en la campaña recortada de 2020 y al miércoles pasado no había fallado en 75 partidos consecutivos remontando a su última pifia el 16 de septiembre de 2019.