La gran incógnita será siempre la ejecución, pero de todas formas resulta muy auspicioso que Leonel Fernández y Gonzalo Castillo se unieran a Luis Abinader en la presentación de sus respectivos programas de gobierno.

Nunca está demás recordar que el desarrollo alcanzado por la sociedad dominicana demanda una campaña proselitista basada en propuestas y no única y exclusivamente en propaganda, de la cual forman parte las frecuentes caravanas, bandereos y las perniciosas dádivas.

Y las habituales descalificaciones. Castillo, candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), basó su oferta en la recuperación de la salud y la economía.

Son sectores que tras la pandemia del coronavirus reclaman la atención del liderazgo político. Fernández, de su lado, sustentó en siete pilares la ola de transformaciones que introduciría de ganar las elecciones.

El fortalecimiento del Estado de derecho, crecimiento y estabilidad de la economía, capital intensivo de productividad, bienestar social orientado hacia la educación y la salud, seguridad ciudadana, infraestructura y medio ambiente.

Aunque el procedimiento para desarrollar los ejes sea discutible lo más significativo es la declaración de intenciones y el conocimiento de la realidad.

Castillo y Fernández cumplen con una obligación al presentar programas con propuestas sobre problemas nacionales. Aparte de la simpatía personal los electores tienen otros motivos para evaluar sus aspiraciones.