En su momento, el Código Procesal Penal se vendió como una especie de solución al problema de la criminalidad en nuestro país, cuando la realidad es que este solo buscaba traer a la realidad garantista de la era moderna a nuestra entonces anacrónica legislación. Desde entonces dicho Código ha cargado injustamente sobre sus hombros las infundadas acusaciones sobre la escalada delincuencial que hemos vivido con nación. Es importante evitar que la nueva Ley Orgánica de la Policía Nacional recorra el mismo camino.
Personalmente creo que la mejor forma en la que se debió abordar la reestructuración de nuestra policía era a través de la descentralización, abandonando la idea de un cuerpo nacional para girar hacia departamentos policiales municipales. Es por ello que naturalmente guardo bastante escepticismo sobre la efectividad de la Ley Orgánica de la Policía Nacional que actualmente aguarda su promulgación por parte del Poder Ejecutivo. Dicho eso, debo reconocer que la misma presenta un cambio positivo con relación con lo que se ha venido haciendo hasta ahora.
Esos cambios van a encontrar resistencia tanto legal como fáctica debido a que chocan de frente con el status quo que a lo largo de toda su historia ha mantenido la Policía Nacional como institución. Y si bien, por su lado, el Código Procesal Penal ha tenido que batallar con actores poco capacitados para ejecutarlo, resultando en una debilidad sistémica en la persecución del crimen, la Ley Orgánica de la Policía Nacional podría enfrentarse a algo peor que la incapacidad, la mala fe de los actores afectados por los cambios.
Al menos en sus inicios se requerirá de mucha voluntad política para imponer muchos de los cambios que plantea la eventual Ley Orgánica de la Policía Nacional, y más aún para imponerse a los intereses que aún prevalecen detrás del viejo status quo.
Lo que sí debemos estar conscientes desde el inicio es que la Ley Orgánica de la Policía Nacional no va a traer una panacea, ésta por sí sola no va a hacer mejor a nuestra Policía, ni tampoco va a significar una reducción de la delincuencia, por lo que ocurra o deje de ocurrir en ese tema no será logro o fracaso de esta la ley.
Una vez promulgada la Ley Orgánica de la Policía Nacional será un aceptable primer paso en adecentar y modernizar a dicho organismo, pero sería injusto e incluso deshonesto pensar que con esta vendrán las soluciones a nuestra delincuencia, por lo que desde ahora debemos evitar alzarle como el nuevo chivo expiatorio para nuestra desgracias como hasta ahora lo ha sido el Código Procesal Penal.