El escritor silencioso
“El lector apasionado” (Ensayos sobre literatura) y “Palabras andariegas” (Escritos sobre literatura y arte. Editora Santuario). A José Alcántara le conocí, no sé si él lo recordará, en una inolvidable y bien escrita conferencia que ofrecía en el paraninfo de la Facultad de Medicina de la UASD, en 1974, sobre la obra epistolar “De profundis”, de Oscar Wilde, la extensísima y rica en sus vuelos textuales, carta escrita en la cárcel por el genio inglés de la literatura, en que levantaba su voz contra una sociedad victoriana y de doble moral que lo llevó a las rejas por su conducta sexual privada. Esa conferencia, que auspiciaba la Asociación Dominicana Pro-Bienestar de la Familia, me provocó un profundo impacto tanto por las ideas expresadas, como por la seguridad y certeza con que fueron pronunciadas cada una de sus ideas.
Era José Alcántara Almánzar, de apariencia casi tan joven como la que tiene hoy, que desmenuzaba el texto de Wilde y sin tener que adherirse a los planteamientos, exponía con una belleza narrativa poco común, la aventura del escribir sobre temas poco exhibibles y sobre tópicos que irritan la piel sensible de una sociedad ora lisonjera, otra aparentista en sus afanes de moralidad de bolsillo.
Ese profesor universitario, que obviamente dominaba la exposición docente con una suave y segura voz, cautivó aquel público entonces joven universitario, y generó muchas inquietudes que nos hizo buscar el texto original y constatar la grandeza literaria y a ratos misógino, de Wilde comentado, ególatra y espejo de cuestionamiento social, al mismo tiempo.
El hecho es que desde entonces he guardado un respeto por este escritor silencioso y ausente de las polémicas de viva voz en cuello que se acostumbran entonar en las peñas literarias y en los espacios en los que coinciden más de dos escritores. Es un hombre de suavidad y silencios para esos ambientes. En cambio, su productividad, la calidad de sus obras, su acierto en el ejercicio del pensamiento crítico, sus alas desplegadas de imaginación cuando es la ficción lo que le motiva, ha generado verdaderos platillos de placer lectoral a quienes le hemos dado seguimiento.
Resalta en José Alcántara, además de su condición de escritor y formador docente, la de gestor y organizador cultural extraordinario. Sus trabajos para el Banco Central, donde dirige el departamento cultural y su rol en la Fundación Corripio, donde es uno de los más activos proponentes de proyectos literarios y una labor de seguimiento a la calidad de las tareas para concretarlos con éxito, le hacen merecedor de un aprecio singular. Su condición de hombre de voz baja y trabajo literario inmenso, revela cuán importante puede ser el que, desde una postura discreta, se cumpla con roles fundamentales para nuestra literatura.