Los accidentes en Higüey y Jarabacoa con saldo de cuatro muertos y 18 heridos son apenas muestras del enorme peligro que representa el desorden en el tráfico por autopistas y carreteras, la mayoría con deficiencia de señales, luces o vigilancia policial. El cuadro de tragedia incluye la muerte de una niña atropellada por una yipeta en la autovía del Este.
Un autobús que transportaba 54 pasajeros se precipitó al tomar la llamada Curva de la Virgen, próximo al puente de Bayacanes, donde han ocurrido otros accidentes fatales, lo que indica que las autoridades no han adoptado medidas de previsión en una zona de gran peligro para los vehículos que retornan desde Jarabacoa.
El chofer falleció y otras 15 personas sufrieron heridas de consideración en un penoso accidente que pudo ser peor en términos de muertes, pues se precipitó hacia un barranco que ha sido escenario en otras ocasiones de percances de vehículos con saldo de numerosos muertos y lesionados.
La autopista Duarte figura a la cabeza entre los mantos carreteros de mayor peligrosidad, pues carece de la mínima señal sobre el pavimento y los carteles de aviso de curvas o límites de velocidad son escasos, además de que ese pavimento ha sido reivindicado como propiedad de camiones y patanas, cuyos conductores creen que tienen licencia para matar.
Lo mismo puede decirse de la autopista 6 de Noviembre, usada también como pista de carreras de carros y motocicletas que han sido causas de muchas muertes, sin que se conozca de ninguna intervención de la Autoridad Metropolitana de Transporte.
Un joven de 26 años y su padrastro murieron al chocar el vehículo en que viajaban con un camión recolector de basura cuando retornaban de visitar la Basílica Nuestra Señora de la Altagracia, en Higüey, accidente que quizás pudo evitarse si las autoridades obligan a vehículos pesados a cumplir con las leyes de tránsito.
El ministerio de Obras Públicas está compelido a ejecutar un programa nacional de señalización de autopistas y carreteras y de su iluminación mediante la inserción en el asfaltado de las piezas lumínicas denominadas ojos de gato, a los fines de evitar que esas vías sean lienzo de muerte.
De más está reclamar que la Policía y Amet enfrenten con responsabilidad la anarquía y caos que prevalece en carreteras, avenidas y calles, donde a causa del desenfreno de choferes y conductores, la vida no vale nada.

