Semana Orto-escritura

Llueve, lloverá, llovió, llovía

Llueve, lloverá, llovió, llovía

¿Por qué los dominicanos no usamos las formas licitas del verbo llover sin valernos de otro verbo? Solemos decir: Está lloviendo, estaba lloviendo, comenzó a llover, se puso a llover y parece que va a llover.

En el artículo de la semana pasada (3-8-2025) hablamos de la peculiaridad en el uso del verbo constar, el cual de acuerdo con el canon gramatical, puede conjugarse en todos los tiempos y modos, pero en el habla dominicana lo acompañamos de un determinante, un verbo que apoya a otro. Así, en vez de consto o constamos, decimos hago constar o hacemos constar.

Puedes leer: No es lo mismo constar que contar

Constar es defectivo, pero llover no lo es, al menos en su sentido denotativo: caer agua de las nubes. El Diccionario panhispánico de dudas, publicación académica, indica, respecto de llover, lo siguiente:

“1. Verbo irregular: se conjuga como mover … 2. En su sentido más común, ‘caer agua de las nubes’, funciona habitualmente como impersonal, de manera que solo es normal su empleo en las terceras personas del singular y en las formas no personales (infinitivo, gerundio y participio): «Llovía, llovía sin parar» (MtnGaite Nubosidad [Esp. 1992]).

No obstante, también puede usarse como verbo personal: «Llovieron copitos nevados de algodón» (Fuentes Cristóbal [Méx. 1987]); el uso intransitivo personal únicamente es habitual en la lengua corriente cuando se desea indicar la cantidad concreta de agua caída, información que se expresa a través del sujeto de llover: Durante la noche pasada han llovido en Madrid cinco litros por metro cuadrado.

Más frecuente es su empleo como verbo personal con el sentido figurado de ‘caer algo desde arriba como si fuera lluvia’: «No sé lo que pasó, solo que llovieron cristales»; … y ‘llegarle algo en abundancia a alguien’: «Le llovieron las ofertas» (Clarín [Arg.] 8.2.1979); «Desde el público le llovieron insultos» (Bayly Días [Perú 1996]). En la lengua literaria se usa a veces como personal transitivo: «En Chile los días llovieron miseria, los días llovieron dolores, los días llovieron soledad» (Serrano Vida [Chile 1995])”.

Conjugado en tercera persona singular del presente es llueve: Llueve mucho en ese pueblo; En este sector llueve, no puedo salir. Sin embargo, en el uso común, la acción en presente se vale de un verbo determinante: Está lloviendo.

El pasado incluye formas más peculiares: No pude salir porque estaba lloviendo (llovía) o Estuvo lloviendo todo el día (llovió). Hay cabida para otros verbos: Rompió a llover; Se puso a llover o Comenzó a llover. Las tres formas representan el pretérito.

El futuro (lloverá) encuentra unos sustitutos de menos legitimidad gramatical, se emplea llover en infinitivo y los verbos acompañantes en tercera persona: Parece que va a llover; Está por llover. No es un futuro en sentido estricto, sino un futuro conjetural. Más sabor a futuro arrastra la expresión “Va a llover no moja, lo que moja es está lloviendo”.

En la lengua culta, aparecen ejemplos del verbo llover empleado canónicamente. En el texto titulado “Señorío de la soledad” tenemos algunos:

“Cuando llueve, la soledad suele henchirse, y por igual se incrementan las añoranzas. Cuando llueve, el sentimiento rebosa de ilusión. Llueve. Por suerte mi soledad no es absoluta: me acompaña tu intangible presencia.

Cesa la lluvia, pero persisten sus secuelas. Perduran las añoranzas y la dislocación del sentido. La convicción de anímica fragilidad ronronea como bicho apestoso. Sobre mí cae a chorros esa fatídica angustia.

Otra vez llueve y ni te enteras, pero mi nostalgia sí, ella se ha saludado amistosamente con la lluvia, se conocen, van de la mano. Llueve y la soledad se enseñorea, mientras yo mastico sueños, quizás fantasías. Descubro el sortilegio de que tú te haces invisible”. (Cien cuentos enanos, Ed. Gente, Santo Domingo, 2023).