En uno de mis viajes a República Dominicana, mientras me encontraba en la calle El Conde, alguien me señaló y vociferó: “a ése lo conozco yo, era un jodón en la universidad”. Cuando le inquirí sobre quién era ¡vaya sorpresa!, nada más y nada menos que Mario Mendoza, el sobrino de María “la turca”.
Me refiero a la desaparecida propietaria de la dulcería localizada en la calle José Reyes, próximo a la Mercedes. Mario me reconoció. Pero en mi caso no fue igual; tiene una pronunciada calvicie. En aquellos tiempos de la UASD, tenía abundante cabellera negra.
Por su bonhomía y candidez, lo protegíamos. Pero contrario a otros, no era precisamente un ‘empollado’. En España y otros lugares de Europa, este término tiene que ver con estudiantes muy aplicados, muy dado a la lectura, que siempre se sientan en la parte delantera y son muy apreciados por los profesores.
Estos aplicadísimos estudiantes, nunca se movilizaban en el campus de la UASD; eran conservadores, y parecían estar de acuerdo con el sistema, aunque nunca lo manifestaran. Pero algunos sólo eran ‘popis’ o hijos de papi y mami, muy ñoños, y consentidos; siempre timoratos.
He consultado a estudiantes de aquella época, y he tenido informaciones sobre estos conspicuos condiscípulos. Muchos han desaparecido; otros abandonaron los estudios, y una buena parte ejerce en la disciplina que estudiaron.
En su mayoría son conservadores y, regularmente, siempre están de acuerdo con el que está arriba. Algunos son engreídos, y se comportan como petulantes y megalómanos. Pero, además, los involucrados en política partidista son un fraude; siempre nadan a favor de la corriente que arrastra a los de abajo.
Esos otrora estudiantes universitarios, desde ese entonces, reflejaban quiénes eran y cómo se comportarían en su tarea de profesionales. A pesar de su notoriedad, la mayoría se distingue por su genuflexión; casi nunca muestran una posición de ‘contracultura’.