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Los experimentos más crueles de la historia

Los experimentos más  crueles   de la historia

En una nueva entrega de nuestra humilde pero interesantísima sección de Los experimentos más crueles de la historia, en la que procuraremos echar algunas luces sobre el lado más oscuro de las ciencias, hoy voy a contarte la historia del Escuadrón 731 japonés.

Se trató de un brutal programa de experimentación científica desarrollado en Japón, en el cual se probaron armas biológicas en humanos y que, por su carácter tremendamente despiadado, tanta conmoción provocó a nivel mundial. Conozcamos más al respecto.

Se le llamó Escuadrón 731 a un proyecto de investigación y desarrollo de armas biológicas llevado a cabo en Japón, dentro del marco de la Segunda Guerra entre China y Japón (1937-1945) y la Segunda Guerra Mundial, ideado por el terrible Shiro Ishii.

De este modo, entre las décadas del 30 y hasta finales de la del 40, el Ejército Imperial Japonés experimentó con el uso de las armas biológicas superdesarrolladas y diversas pruebas médicas en la población civil, especialmente en la de origen chino.

Buena parte de la despiadada fama de crueldad e insensibilidad que tuvieron los soldados nipones a nivel mundial, en buena medida, deviene de estos lamentables sucesos, tratándose de uno de los mayores y más terribles crímenes de guerra en la historia de la gloriosa nación de Japón.

El escuadrón y sus numerosas instalaciones estaban camufladas y ocultas en las regiones norteñas de China, desde donde operaban como una fuerza bélica, política e ideológica extrema que en un principio surgió como un contraataque a lapropaganda comunista, pero no tardó en ampliar sus horizontes e intervenir en muchos otros factores de la guerra.

Estas fuerzas, conocidas como los Kodoha y que muchos comparan a la Schutzstaffel nazi (SS), promovió el ideal de supremacía racial japonés, el sabotaje político, el espionaje y entre otras tantas cosas, la nefasta experimentación con extranjeros.

Cuando se realizaban experimentos médicos con humanos se utilizaba el nombre de «Maruta», que significa algo así como «tronco» y que se aplicaba de forma sarcástica, ya que para las autoridades, las instalaciones no eran más que un aserradero del ejército. Bajo estos términos, la experimentación con chinos no tuvo el menor respeto por la vida ni por los derechos humanos.

Entre las numerosas atrocidades cometidas por los nipones durante estos años, los civiles eran encerrados en numerosas fosas comunes infectadas de cólera, parásitos, peste bubónica, tuberculosis y fiebre tifoidea, entre otros males, para observar cómo evolucionaban en el cuerpo humano. Los distintos patógenos también se liberaban en las ciudades con las mismas finalidades.

Algunas de las víctimas eran llevadas a experimentar temperaturas mínimas para determinar así cúal era el mejor método de congelamiento, se probaron distintos tipos de gases venenosos, se colocaba a los prisioneros en cámaras de presión, hay registros en los que se menciona que se los colocaba allí hasta que sus ojos salieran volando, y, entre otras tantas atrocidades, se los disecaba en vida.

El Nacional

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