Mary Leisy Hernández
Me cuentan que este año la Feria Internacional del libro es otra cosa: menos ruidos y distracciones y más enfoque al protagonista: el libro.
Imagino que las áreas verdes sufrirán menos. No están invadidas por chimichurris ni menudencias que nada tienen que ver con la lectura o la literatura. ¡Bravo! Hacía falta. De seguro para muchos resulte menos atractiva la feria, para los que van a comer, a turistear y por los títulos ni una mirada de reojo dedican.
No tengo todos los detalles, pero por lo que me comentan, me parece que este año se maneja el libro con más seriedad, con el debido respeto. Así lo veo yo desde lejos y a veces a distancia se tiene mejor visión que cuando se está metido en la cotidianidad.
Desde aquí veo el libro reinando en la feria, independientemente de que la propaganda escondida u otros detalles desvinculados tengan alguna participación. Eso suele pasar. Importante que eso esté distante de que la feria sea escenario para la chercha desmedida.
Ojalá que en este formato también se animen a ir todos y que algo bueno le quede. Que se promueva el arte de escribir y todo lo que es parte importante del mundo del libro. Creo que, con menos ruido, hay más espacio para las conversaciones sobre literatura, más ánimo de hojear, comprar, leer y regalar libros.
Desde lejos participo en la feria con mi libro “Primavera bajo cero grados”, una compilación de crónicas sobre viajes, mudanzas y añoranzas. Está en la Biblioteca Nacional, en el pabellón editores, específicamente en la mesa de Río de Oro Editores.
Desde la distancia invito a ir a la feria. Los libros no muerden. Vaya por mí, aproveche. Acarícielos, hágalos suyos. Los libros son terapéuticos, compañeros, amigos fieles.
Por Mary Leisy Hernandez
