Carta de los Lectores Opinión

Luperón vs Santana

Luperón vs Santana

Enarbolando nuestra llama patriótica, hoy exaltamos con ardor el 160 aniversario de una hazaña que reverbera en nuestro ser como un himno a la libertad: la Batalla de Arroyo Bermejo, Monte Plata, un 29 de septiembre que no puede quedar en la penumbra. Jamás.

Todas las gestas han forjado nuestro linaje nacionalista, mas esta, la Batalla de Arroyo Bermejo, marcó el fin de un feroz general, un maestro de la estrategia bélica: Pedro Santana. Nunca se le puede quitar el mérito de que era un guerrero, lo demostró en la guerra de independentista entre República Dominicana contra Haití.

El mismo día en que la Segunda República echó raíces en Santiago de los Caballeros, el presidente Pepillo Salcedo sentenció a Santana con la pena de muerte, acusándolo de traición a la Patria, porque había anexado a La República Dominicana a España, el 18 de marzo de 1861.

A la amanecida del 15 de septiembre de 1863, Santana partió de Santo Domingo hacia el Cibao, cruzando Monte Plata, determinado a ahogar la rebelión y castigar a los restauradores. Marchaba al frente de 2,500 soldados, españoles y dominicanos.

El hazañoso general Santana, a sus 62 años, desconocía que, desde Santiago, en la misma dirección, se acercaba un joven general de 24 años: Gregorio Luperón. Este joven intrépido tuvo su bautismo de fuego, venciendo a una avanzada española en la cordillera central, en un paraje conocido como el Sillón de la Viuda.

Informado Santana de la derrota, muy furioso, se dirigió hacia ese lugar con sus tropas. Al cruzar el Arroyo Bermejo, ya Luperón avanzaba a paso firme. Estos dos generales tienen prisa por chocar frente a frente en batalla. El 29 de septiembre, la historia presenció un choque trascendental y brutal.

Iniciaron la lucha. Cuentan las crónicas de ese día que el general Luperón, incansable y feroz como una fiera rabiosa, lideraba la lucha con una pasión indomable. Su voz se alzaba sobre el estruendo de la batalla, resonando como un grito de libertad en un campo de batalla ensangrentado. «¡Ni un paso atrás! ¡Viva la Patria! ¡Vencer o morir! ¡Somos invencibles!», rugía, su voz como un rayo de esperanza en medio de la tormenta de acero y fuego.

Santana fue humillado, derrotado. Bajo el accedió de Luperón y sus tropas, Santana y sus escoltas salieron corriendo para ir a refugiarse al campamento de Guanuma.
Por: Roberto Valenzuela

El Nacional

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