Editorial

Manga por hombro

Manga por hombro

El desplome de un edificio en construcción de  cinco niveles en  el Ensanche  Ozama,  que  pudo  causar una gran tragedia, pone en relieve la carencia de adecuados  mecanismos de supervisión de obras por parte de autoridades municipales y del Ministerio de Obras Públicas que  parecen haber degradado esa obligación  al simple  cobro de impuestos por levantamientos de inmuebles.

En efecto,  Planeamiento Urbano del Ayuntamiento Santo Domingo Este confirmó que  todos los permisos para la construcción de la edificación “estaban en regla” y lo que es peor, la titular de  ese departamento, Miguelina Santana, dijo que inspectores  del cabildo visitaron el lugar  donde se levantaba el inmueble y constataron que  se cumplía  con las autorizaciones  concedidas.

Si como refiere el Ayuntamiento en ese proceso de construcción se  cumplía con las normativas municipales, ¿por qué ese edificio se desplomó como  derribado por un soplo? ¿Acaso es común que un inmueble  que sería habitado por  decenas de personas pueda sucumbir de esa manera?

El Ministerio de Obras Públicas ofrecerá  un informe técnico sobre  ese  caso en que el derrumbe no   causó desgracias personales y  produjo daños materiales, pero aun así ese incidente confirma  reiteradas denuncias de que los departamentos municipales y a nivel ministerial incurren en  negligencia, descuido o indiferencia en la tarea de  fiscalizar construcciones.

No hay forma de entender que un edificio  casi  concluido de cinco niveles, con una construcción adicional en  su techo, se derrumbe así por así, después que inspectores  del Ayuntamiento de Santo Domingo Este  certificaran que  los responsables del inmueble cumplieron  con todas las normativas.

Sin importar los resultados  de la investigación  que  sobre ese derrumbe realiza un equipo técnico de Obras Públicas, se requiere  que el Colegio  de Ingenieros,  Arquitectos y Agrimensores (Codia) ejecute una inspección aleatoria de edificaciones que se levantan en  zonas urbanas  a los fines de determinar cuál es el porcentaje   de inmuebles afectados por  vicios de construcción.

No se tome  el derrumbe de un edificio  casi terminado igual que el desplome de una edificación centenaria de la Zona Colonial, porque lo que ocurrió en la calle Octavio Mejía Ricart del Ensanche Ozama ha sido un  caso grave que pudo causar una tragedia mayor y que requiere establecer responsabilidades por posible negligencia o inobservancia en la aplicación  de la ley.

El derrumbe de ese edificio consolida  sospecha ciudadana de que la fiscalización de normativas sobre planificación y construcción de edificios públicos y privados anda manga por hombros, tanto a nivel municipal como en el Ministerio de Obras Públicas.

El Nacional

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