Entre cielo y tierra

Mangos, maroteos y parques

Mangos, maroteos y parques

Mary Leisy Hernández

En mi reciente viaje de regreso a mi patria disfruté de marotear mangos y degustar de la deliciosa fruta en medio del verde de los parques. A ratos, reducía los pasos en mis habituales caminatas en el Parque Mirador Sur y seguía ejercitándome al “abajarme” a recoger los tesoritos que caen de los frondosos árboles.

No era la única en mi ejercicio de maroteo, muchos de los caminantes también llevan sus “funditas”, sus botellistas de agua para lavarlos y algunos comían algunos manguitos en el escenario donde lo recogieron, sin miedo a que se les pinte la cara de amarillo y los dientes se llenen de las hilachas que deja el fruto.

Pero no solo en el Mirador. El otro día fui a pasear por el Parque de las Praderas con una amiga-hermana y al ver a otros “maroteadores”, nos pusimos a hacer lo mismo.

Llegamos a la casa con las manos llenas y el corazón contento. Yo me llené de recuerdos: cuando de niña maroteaba guayabas en el campo de mis raíces y cuando competía con mi prima Miguela, quien siempre me ganaba en cantidad en medio de cualquier maroteo.

Uno de esos calurosos viernes de la primavera dominicana fui a “botar el golpe” al parque Jardín Botánico Nacional y en medio de la contemplación de verdes y flores, me encontré con alfombra de hojas adornadas por mangos.

De verdad, ese día no andaba en ánimo de maroteo, pero una señora me llamó y me tentó desde un banco que le servía de comedor.

Ante la oferta de tener ante mis ojos “mangos bajitos” la acompañé a la comelona y regresé a mi casa con una funda llena y la agradable sensación de volver a mi patria desde tan lejos y disfrutar de simplezas como se disfrutan los más grandes tesoros. 

Por Mary Leisy Hernandez

marilei@hotmail.com.

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