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Marcado

Marcado

Fernando A. De León

Siendo un pequeñín observé cómo mi hermano mayor, Alfredito (Makikí), se le iba encima, para agredirlo, a un señor que le gritó: ¡maldito haitiano! No llegó a más, por la oportuna intervención de Hipólito Vizcaíno (don Polo). En aquel entonces no entendía el por ué el que fungía como mi padre o tutor, se encolerizó de tal forma tras llamársele así; pero tampoco las razones para quererlo estigmatizar. Aquel episodio tal vez me dejó marcado.

Es muy posible que extrapole el caso de mi hermano, que es dominicano, al hoy repudio de los haitianos. Sin embargo, al igual que otros, entiendo que por su cultura, costumbres y hábitos; al menos los indocumentados, no deben permanecer en República Dominicana.

En el caso de estos vecinos, siento una mezcla de sentimientos. Pero sobre todo lástima. Y al margen del suceso contado, siento desazón, y me apena cómo se ha recrudecido la ‘semiótica del perejil’. Me refiero a los abusos; a la falta del proceso debido, como si se retornara al trujillato con respecto a deportaciones de haitianos indocumentados.
Pero al margen de lo que me afecta, no entiendo cómo personas que todavía se precian de izquierdistas, puedan odiar a esos infelices. Claro, entre ellos hay muchos sin documentos y, al igual que entre nosotros en Nueva York, también delincuentes.

Podría aceptar el que gente con ciertas luces intelectivas hayan claudicado en sus principios y hoy, en posibles utopías políticas y oportunismos, militen o simpaticen con partidos y gobiernos de turno del sistema. No entiendo que, al rechazar a los haitianos- y me refiero a todos-, los que antes eran solidarios con los oprimidos, no separen la paja del trigo.
En otras palabras, discernir con sensatez e inteligencia sobre el por qué esta gente cruza la frontera, aunque rechacemos su entrada. Y mucho menos su posición coincidentes con recalcitrantes ultraderechistas.

Ojalá y que nunca, como respuesta, las autoridades estadounidenses en conjunción con neo-racistas, xenófobos y supremacistas, repliquen acciones similares contra los migrantes dominicanos que viven en estas latitudes, donde tenemos hijos y nietos.