Opinión

Más allá de insolvencia

Más allá de insolvencia

La globalización ha eliminado las distancias y, a través de la comunicación, reducido el mundo a una aldea. Es una de las razones por las cuales la crisis económica de Grecia se torna no solo tan cercana, sino incluso familiar. Los factores que la han provocado, entre los que destacan la corrupción de la clase política con la complicidad de los mercados y los organismos internacionales, son comunes a los de cualquier nación. Sin embargo, en la batalla que libra el Gobierno contra el plan de rescate que trata de imponerle el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Unión Europea hay algunos aspectos políticos que, por su trascendencia, no se pueden obviar.

Puede interpretarse que al tratar de de imponer una camisa de fuerza al Gobierno izquierdista, los poderes financieros quieren enviar un mensaje contra la corriente que ha arrasado con partidos y liderazgos tradicionales, propiciando un nuevo escenario en muchos países. Syriza no era nada hasta la explosión de una crisis que desnudó al sistema cuando se aceptó que el déficit real era muy superior al que decían las estadísticas oficiales. Los gobernantes, que en principio eran vistos como unos jóvenes irreverentes por no usar corbatas, desplazarse en motocicletas y hacer vida normal, han dado un sonoro ejemplo de integridad al no claudicar frente a las amenazas de los acreedores ni a la misma posibilidad de una crisis económica de más envergadura.

Los griegos negocian con dignidad. Tratan de desbloquear el último tramo de su programa de rescate, que asciende a 7,200 millones de euros, sin humillarse. Con todo y que están conscientes de que sin los fondos serán incapaces de devolver un préstamo de 1,500 millones al FMI, una situación que podría determinar la salida de la eurozona e incluso de la Unión Europea. Hay quienes cargan contra el Gobierno, atribuyendo a la falta de experiencia de sus funcionarios el atasco en las negociaciones para superar el impasse.

Para reventar al Gobierno, de tal forma que no queden ni los escombros, y evitar que se reproduzcan sus ideales, solo les saben exigir más reformas; alrededor de 3,000 millones de euros en recortes y un superávit de un 1%. Pero nada de la reestructuración de la deuda, que es donde los griegos están plantados. Alguien decía que las propuestas parecen más diseñadas para evitar un problema dentro y fuera de Europa que para resolver las dificultades de Grecia. El giro político en España y otros países confirma que lo de Atenas no se reduce a un conflicto por insolvencia financiera, sino para hacer fracasar un proyecto que atenta contra el sistema tradicional.

Grecia no hace más que reclamar que no se castigue solo al pueblo con más privacidades, sino que cada quien cargue con su responsabilidad.

El Nacional

Es la voz de los que no tienen voz y representa los intereses de aquellos que aportan y trabajan por edificar una gran nación