Aunque fuera lo que había que hacer, el Gobierno, como el que aprende bien una lección, procedió como demandaban las circunstancias con las medidas que dispuso para amortiguar los efectos de la tormenta Melissa.
Para un segmento importante de la población, sobre todo para los residentes en zonas vulnerables, son traumáticos los desalojos y las medidas de seguridad, pero, como dijo el presidente Luis Abinader, lo más importante en situaciones como las actuales es salvar vidas. Exhortaciones y explicaciones no han faltado para que se entienda la necesidad de que la vida es el bien más preciado en todas las circunstancias.
Pero la resistencia que se verifica en algunas familias tiene mucho que ver, hay que entenderlo, con prácticas que han debido corregirse de una vez y por todas: los daños a los enseres y cuando no las sustracciones de bienes del hogar.
Además de la eficaz coordinación a cargo del Centro de Operaciones de Emergencias (COE), la intervención de Abinader con la suspensión de la docencia en las provincias en alerta roja y la restricción de actividades públicas y privadas son medidas no solo necesarias para paliar los daños, sino para bajar la incertidumbre.
Hay que decir, en honor a la verdad, que de un tiempo a esta parte las autoridades no han esperado el último momento para intervenir frente a los fenómenos atmosféricos.

