Opinión

Miedo a Trump

Miedo  a Trump

Las posibilidades de que Donald Trump pueda convertirse en el próximo presidente de Estados Unidos han desatado un pánico intrigante. ¿Por qué ese creciente temor ante un Trump cuyo principal pecado es decir lo que piensa, en lugar de callarlo o maquillarlo? Cuesta aceptar que sea por su planteamiento de obligar a México a construir un muro para reducir la inmigración ilegal de sus vecinos o por la prohibición a los musulmanes para ingresar a su territorio.

Algunos de los países que se alarman con el discurso del candidato presidencial republicano no son buenos ejemplos en materia de solidaridad frente al drama de las cientos y cientos de familias que mueren no solo tratando de llegar a otros destinos en busca de una vida mejor (legítimo derecho), sino huyendo de la guerra, la pobreza y muchísimos otros males.

Tienen que ser entonces más profundas las razones para activar las alarmas. ¿Sería por la admiración que ha expresado al dictador ruso Vladimir Puttin? Por el proteccionismo que ha defendido de la empresa norteamericana no puede ser. Por más que se lo proponga hay decisiones que no resultan tan simples en una nación en la que un Presidente tuvo que renunciar (caso Richard Nixon) para evitar un juicio que podía enviarlo a la cárcel de ser encontrado culpable de violar las reglas de juego.

Si es de temer no es porque su discurso represente una amenaza para la paz y la seguridad en un planeta que hoy está dominado por el miedo a los atentados de un enemigo que asoma en cualquier parte. El terror frente a un Trump que no debe ganar las elecciones no puede enarbolarse para apuntalar a su rival, la demócrata Hillary Clinton, para muchos más de lo mismo.

En principio nadie apostaba que el político republicano podía ganar la candidatura de su partido. Quienes así pensaban, ignoraban que Trump decía lo que muchos sentían respecto a los inmigrantes y los musulmanes, aunque se trate de un contrasentido. Y también ignoraban que el mundo, como ha recordado el papa Francisco, ha abandonado la solidaridad.

Hasta Europa ha levantado sus muros y endurecidos sus leyes para contener a los acosados por las desgracias políticas, sociales, económicas o bélicas. Si el magnate es un riesgo por lo que dice, entonces el establishment se ha debilitado al dejar que las personas se coloquen por encima de las instituciones.

Trump, quien no debería ser una real opción de poder, ha apelado a una de las muchas formas de hacer política: el espectáculo. En lugar de prometer sueños, prefiere, como exitoso empresario, atacar lo que él entiende son las causas de la inseguridad y los males que agobian a Estados Unidos. Con él, si no se le ataja con razones de peso, puede darse lo mismo que con el Brexit: que se impuso. Y el mundo no se ha desplomado.

El Nacional

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