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Milton Ray Guevara

Milton Ray Guevara

Orlando Gomez

El arco del universo moral es largo, pero se inclina hacia la justicia”, dijo el 31 de marzo de 1968 el doctor Martin Luther King Jr. en la Catedral Nacional de Washington.

Ahora que el magistrado Milton Ray Guevara termina el período de su designación como presidente del Tribunal Constitucional, la comunidad jurídica reconoce y celebra el trabajo realizado por el profesor desde su posición tanto en la construcción legal como institucional de la que se ha convertido, en gran medida gracias a su trabajo, la alta corte más importante de nuestro país.

Debemos apreciar que el magistrado Guevara fungió como el primer Presidente del Tribunal Constitucional, y recayó sobre sus hombros no solo la construcción institucional de ese tribunal, que por sí solo es un trabajo monumental, sino que adicionalmente debió definir su rol legal y constitucional a través del cuerpo jurisprudencial que desde cero tuvo que ir construyendo.

El crecimiento institucional y legal del Constitucional bajo el liderazgo de Guevara es palpable desde diferentes ángulos, pero el más revelador es la evolución del tribunal contada por sus propias sentencias y la construcción de su jurisprudencia, hoy más establecida, definida y mejor justificada que en su más caótico inicio.

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Eso dicho, “el arco del universo moral es largo, pero se inclina hacia la justicia”, y me temo que cuando la historia se escriba al final del arco del universo moral, esta no será tan favorable con Guevara como lo ha sido la valoración de sus contemporáneos.

Sobre los hombros del magistrado quedará por siempre el peso de la Sentencia TC 168-13, sin dudas la sentencia más trascendental emanada del tribunal bajo la presidencia de Milton Ray Guevara desde la perspectiva de la ciudadanía de a pie.

Docenas de miles de dominicanos fueron despojados de su nacionalidad por el tribunal, creándole al país una crisis social y reputacional sin precedentes de la cual al día de hoy aún no ha podido salir.

Esa sentencia, sumada a la Sentencia TC 256-14 que desconoce el instrumento de aceptación de la competencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que puede ser interpretada como una rabieta a las consecuencias de la Sentencia TC 168-13, reveló al país que el Constitucional no solo puede ser una fuente de bien, sino también un instrumento implacable para la crueldad y la injusticia, revelándose como el poder más absoluto, para bien o para mal, que rige en nuestro territorio y lo que eso supone para el futuro de ese tribunal.

Eventualmente se escribirá esa historia, deseando que para ese entonces la apatridia sea una crisis superada, y cuando llegue ese momento todos los jueces que firmaron a favor de ese fallo serán evaluados por el sufrimiento que provocaron y los daños irreparables que eso trajo al país.

El legado de Guevara será un Constitucional institucionalmente sano y creíble, así como una lección para el futuro sobre la importancia de conocer las posturas ideológicas de los aspirantes a pertenecer a dicho tribunal. Personalmente puedo apreciar y agradecer todos los aspectos del legado de Guevara, aunque dudo que los dominicanos y juristas del futuro lo hagan con similar gratitud o deferencia.