Opinión

Navidad  sin libertad

Navidad  sin libertad

Recuerdo en el año 1961 cuando el pueblo, enfrentado al perverso heredero de Trujillo, demandaba “Navidad con libertad”.

Ardua, dolorosa y alegre ha sido la lucha por ella. La brega parece eterna. Avances y retrocesos. Logros y mediatizaciones. Conquistas y reversiones… hasta llegar a esta Navidad sin libertad.

Aunque aparentemente extremista, esta valoración es veraz si miramos más allá de la superficie y de las limitadas posibilidades de hablar y  protestar. La abnegada lucha de nuestro pueblo ha sido secuestrada por minorías opulentas y mafiosas que han vaciado sus conquistas libertarias de participación popular, contenido social y poder de decisión de la ciudadanía.

Partidos que combatieron por ellas se han convertido en compañías por acciones bajo el mando de sus nuevos dueños,  dos verdaderos déspotas clientelizadores de sus estructuras, membresías y electorados. El Estado que administran, sus instancias congresuales, judiciales, ejecutivas, policiales, militares, están secuestradas por ellos, el narcopoder, la oligarquía y las corporaciones asociadas.

La libertad a su interior y en relación con la sociedad es un mito, pura fantasía, expresión virtual en medios que desinforman, entretienen, engañan y encubren las causas de los problemas.

El sufragio ha sido pervertido.

El saqueo tiene ya rango constitucional. La propiedad privada altamente concentrada reina por encima de los seres humanos y de la madre tierra.

La rapiña, la delincuencia mayor y la inseguridad emanan de las alturas y se expanden por el tejido social y político.

La Policía es fábrica de muertos y delitos.

La Nación es una mentira: la recolonización neoliberal, ya constitucionalizada, nos  deja sin patrimonio público y sin derechos colectivos.

El presidente no es mejor que un Trujillo o un Balaguer cibernético, mercantil…

No hay caso serio que no termine en teatro negador de la verdad.

Recuerdo a Milton Peláez correteando en El Conde y voceando “Navidad con libertad”, ahora que su hija, con lo culpable que pueda ser, es arrojada al circo-teatro que sirve para proteger a socios de Figueroa Agosto, Sobeida y  la mafia de Paya, a la cúpula que ha secuestrado  la libertad conquistada. Hacia ellos es que hay que apuntar, aunque los vídeos que los ponen en evidencia hayan sido ocultados en Fiscalía.

El Nacional

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