Sería una gran tragedia que por causa de un conflicto salarial se pierda el primer año escolar que se lleva a cabo con el cumplimiento de la ley del 4% para para la educación, en cuyo caso los 45 mil millones adicionales para el sector educativo se convertirían en piñata de excesivas ambiciones o botín de filibusteros.
Sin menoscabo al legítimo derecho de la Asociación de Profesores (ADP), de reclamar incremento de sueldo para los docentes de las escuelas públicas, lo prudente hubiese sido que ese pedido fuera acompañado de algún programa referido a mejorar la calidad del maestro o a garantizar el cumplimiento absoluto del calendario de docencia.
Al Ministerio de Educación le corresponde propiciar diálogo fluido con ese gremio a los fines de impulsar algún tipo de acuerdo que refleje equidistancia entre lo ideal y lo posible, además del compromiso del magisterio de cambiar radicalmente arcaicos conceptos laborales y docentes que impiden que la escuela dominicana pueda dar el gran salto hacia la calidad.
Penosamente de lo que se habla ahora es del peligro que sucumba el año lectivo, lo que virtualmente constituiría una especie de traspié en los esfuerzos que deberían realizarse para que la educación básica supere su estadio de atraso y mediocridad.
¿Cómo exigir cien por ciento de aumento salarial, equivalente a 12 mil millones de pesos adicionales, sin antes referir la tragedia que significa que el 98 por ciento de los alumnos que participaron en las Pruebas Nacionales reprobó los exámenes?
Las autoridades educativas son corresponsables por tan deprimente cuadro, lo que obliga a apurar pasos para mejorar las condiciones laborales del maestro, y promover un tipo de comunidad educativa asociada a la calidad y fiscalización constante de los programas educativos y planificación curricular.
A causa de un irracional e inexplicable conflicto entre ADP y Educación, miles de estudiantes, la mayoría pertenecientes a escuelas rurales, no reciben docencia regular desde hace más de tres semanas, lo que constituye un crimen cívico y un penoso déficit de responsabilidad por parte de profesores y autoridades.
Se reclama con todo vigor una inmediata resolución a tan penoso, irracional e indignante conflicto y se advierte al Gobierno que el resonante triunfo que ha significado el cumplimiento del 4% a la educación, se convertiría en una vergonzosa y miserable derrota política si por razones de incapacidad o excesivas ambiciones se llega a malograr el año escolar. Mejor ni pensarlo.

