Dentro de los esfuerzos para contener la propagación del coronavirus las autoridades tendrán que tomar medidas sobre la circulación en el Metro, en el que la gente viaja tan apretujada que las garantías para prevenir el contagio, con todo y la mascarilla, parecen mínimas.
Desde que se acerca la hora para concluir el transporte de pasajeros cientos de personas abarrotan no solo las estaciones, sino que entran en tropel a los vagones, olvidando distanciamiento y cualquier otro protocolo sanitario.
Tan congestionado transita el Metro que entre los pasajeros no hay espacio ni para un mandado. La Oficina para el Ordenamiento del Transporte (Opret) y las autoridades sanitarias tienen que buscar la manera de aplicar algún protocolo para evitar los contactos físicos o las aglomeraciones en las estaciones y los vagones del Metro.
Si ha de extenderse el horario para prevenir los contagios está bien que se sopese. Más frente a la triste realidad de que últimamente el número de infectados se ha disparado a pesar del endurecimiento de las restricciones.
Los pasajeros quieren llegar a la casa antes de que inicie el toque de queda para evitar detenciones o molestias.
En ese interés desafían cualquier riesgo de contagiarse. Con el Metro como con otros medios que suponen aglomeraciones las autoridades deben buscar salidas que no impliquen castigo, sino respuestas sensatas en medio de la incertidumbre que ya sufre la población con el confinamiento.

