Editorial

No al FMI

No al FMI

El ministro de Economía, Temístocles Montás, ha revelado que el Fondo Monetario Internacional exige  como condición para continuar con el Acuerdo Stand by con República Dominicana que el Gobierno disponga  un aumento de un 18 por ciento en la tarifa eléctrica, lo que significaría  apretar el detonador a una bomba social. Esa  inaceptable  exigencia ha sido el motivo del retraso en el conocimiento de la séptima revisión del fatídico convenio con el FMI suscrito en noviembre de 2009 con una duración de 28 meses, porque  el gendarme internacional  insiste en obligar al Gobierno a masacrar a la población  y al sector productivo con la imposición de un incremento de esa magnitud en la factura eléctrica.

Con toda felonía la misión del Fondo Monetario impuso el criterio de sólo  aprovisionar 300 millones de dólares en el Presupuesto de 2012  para  suplir  déficits de la Corporación de Empresas Eléctricas Estatales,  en conocimiento de que  ese monto no cubriría el faltante, que en el menor de los casos se  estima en US$750 millones,  cifra  menor a la transferida este año a la CDEEE, de unos 900 millones de dólares. Se pretende ahora  que  el Gobierno incurra en el infernal error de  aumentar en un 18 por ciento una inflada tarifa, ya incrementada en un 20 por ciento, sin  procurar otras alternativas de  ahorro o equilibrio financiero por vía de revisión de contratos viles o leoninos vigentes con empresas generadoras de electricidad.

La compra y venta de energía eléctrica en República Dominicana es el único negocio en el mundo donde un interviniente (generador) obtiene  gran rentabilidad y otro (distribuidor) carga con cuantiosas pérdidas, como lo demuestra el hecho de que una de aquellas empresas, con poco más de un centenar de empleados obtuvo mayor rentabilidad en 2010 que  industrias y corporaciones de servicios  con nóminas superior a los cinco mil trabajadores.

Un incremento en la tarifa eléctrica como lo  exige el FMI se convertiría en detonante de la inflación y  conduciría a la quiebra o estancamiento  a centenares de  empresas grandes y pequeñas,  lo que incrementaría  el ya galopante desempleo y pondría en serio peligro la estabilidad macroeconómica, además de anular las  expectativas de moderado crecimiento económico.

La receta del Fondo Monetario es veneno puro y sólo procura  defender y garantizar intereses de  intervinientes foráneos en  la industria eléctrica que usufructúan contratos onerosos que les permiten  aplicar cálculos de precios que  duplican los vigentes en Puerto Rico, donde la generación de energía opera  con mayores costos que la local, al no  disponer de  electricidad producida por la caída de agua ni  plantas  que operan con gas natural. El Gobierno está compelido a cerrarse a banda en  el firme rechazo al despropósito de la misión del FMI, sin importar las consecuencias que implique  una ruptura o término del acuerdo vigente, que concluye  en febrero de 2012. Una nación no puede ser obligada a lo imposible, ni sus autoridades tienen  derecho ni autoridad para  incurrir en tal sumisión que implica detonar una bomba social.

El Nacional

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