Todo accionar humano va acompañado de un sentido de responsabilidad y, si ese accionar está relacionado con el arte, tanto mayor, a groso modo, es gozoso, espiritual. Pero si esa responsabilidad, antes aludida, conforma todo el ser, de ese que la posee o la pone en práctica, en toda la acepción de las palabras gozo, espíritu, entonces es necesario el aislamiento.
Ya lo señaló Nietzsche: “Solo los hombres aislados tienen el sentido de la responsabilidad”, aislamiento que para el creador es imprescindible.
Arte y aislamiento, uno e indivisible en la creación artística, en la meditación contemplativa y en los sueños. La responsabilidad y el destino vislumbrado: Cristo en su momento en soledad profunda en el Monte de los Olivos, el escritor ante la hoja en blanco; Miguel de Cervantes pendiente de la dirección del viento, al ver en su imaginación a Don Quijote ante los molinos de viento; Pablo Neruda con el océano Pacífico en el pecho, recolectando caracoles para sentir como el agua fue creada; Vicente Huidobro prologando la raíz de una rosa mística en sus palabras, oyendo a César Vallejo balbucear palabras para un crucigrama terrenal de la existencia, ya sin espumas.
Borges y Lezama, uno y otro jugando a la decapitación con la daga de Francis Drake, encontrada en el vientre de una ballena. Gabriel García Márquez, haciendo proyectos con Melquiades para montar en Macondo una fábrica de hielo y una floristería donde solo se vendan flores amarillas y, Julio Cortázar, rearmando un espejo roto con la fuerza mágica de las palabras “Ábrete Sésamo”, ideadas por su imaginario mágico de un niño sin malicia.
Todos cubiertos de luz astral ante una mesa alumbrada con luciérnagas encerradas en botellas que fueron lanzadas al mar; todos con las noches de armas blancas en círculos de cenizas en sus cabezas, las manos.
No muy lejano, Vincent van Gogh (La noche estrellada), lienzo en los ojos antes de llevarlo al ritmo del agua que son originados por la luz y Amadeus Mozart (Conciertos para piano y violín) envuelto en la danza de la creación de los espacios, en partituras blancas y negras, expresando lo maravilloso del universo en un número mágico inaudible e inexpresable, escritos solo en el instante de “Hágase la luz.”
El arte nace entre el balbuceo de la vida, en la soledad de la lluvia, de la lluvia de estrellas y las lanzas flamígeras del día, de la noche, oriunda de la pasión amorosa, patriótica, religiosa; entonces, acaso si se podría hablar del nacimiento del poema: “El poeta es un pequeño dios”, o “Rodando a goterones solos, a gotas como dientes”, “Tengo fe en que soy, / y en que he sido menos”, “Sueño que el mar, el mar aquel, me encierra”, “Los más dormidos son los que más se apresuran”.
El artista, a la hora del parto de los colores, de la luz, de las palabras apuntan lejanamente lejos, porque vienen de recorrer grandes distancias aullando con la mirada, con los gestos, con las palabras mudas, oriunda de bocas cocidas por las noches, por el asombro de las armas blancas, que son las que dan muerte en silencio a la soledad, a la música callada. Todo su ser es aislamiento, sueños en parte. Como ve el mundo, o lo que entiende como tal, de ahí su sentido de responsabilidad. No hay obra acabada sin ese sentido de responsabilidad, sin ese aislamiento fecundo, médium.
Como se comprenda el aislamiento creativo, así se abordará la responsabilidad creativa ante la creación artística, antes todos los actos de la vida que, sino comienza siendo arte, terminan siéndolo por las vidas que contienen.
Las grandes obras artísticas, poema, partitura musical, el lienzo, el drama, novela, cuentos, lo danzante son como el gesto más simple del hombre, si está equiparado del germen del aislamiento necesario, estarán aptas y poseerán el mismo valor ante el hombre real y será su sangre metafísica, convirtiéndose en la memoria fluyente, graciosa que da origen siendo el origen mismo. Paradoja e inversión inverosímil, que es la que permitirá la creación artística, obras de artes imperecederas y fecundas, portaestandarte del imaginario gozoso y espiritual.
Amable Mejía
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El autor es escritor.