De salud y otras cosas Opinión

Nostalgia macorisana

Nostalgia macorisana

Dr. César Mella, Psiquiatra.

La ciudad de los bellos atardeceres ha sido cuna de escritores, predominando los poetas: Norberto James, “Los inmigrantes”; Pedro Mir, “Hay un país en el mundo”; Rene del Risco, “Una primavera para el mundo”.

Pocos ensayistas, quizás excepción de Antonio Zaglul (Ensayos y biografías); no superan a los poetas.
La obra que el médico Federico Leazard acaba de dar a la luz, “Nostalgia macorisana”, es un ensayo que hace un recorrido por sus recuerdos, algunos de infancia, por lugares, costumbres, modalidades culturales y protagonistas de la vida de lo que aún llamamos la serie 23.

En el prólogo de la obra, escrito por el médico Fermín Álvarez Santana, afirma con atinado juicio : “No se trata de un libro de historia en el sentido conceptual, pero si recoge las vivencias del diario vivir, en esta sociedad matizada por personajes anecdóticos en una época de entronización del capitalismo avanzado en República Dominicana, que justamente tiene entrada por San Pedro de Macorís”.

“El trabajo consta de 26 capítulos, en los que nos aporta temas tales como curiosidades sobre familias macorisanas, los cocheros, las fondas, las barberías, los sastres, los guloyas, los boxeadores, la arena, así como las biografías de profesionales y seres humanos que han contribuido al desarrollo de la provincia”.

El doctor Leazard se remonta a los orígenes de la provincia de esta tierra que los aborígenes llamaron Moquitisol. El autor resalta a destacados petromacorisanos, entre otros: el cantante Niní Cáfaro; al neurocirujano Ney Arias Lora; al compositor Mario de Jesús; a la médico Evangelina Rodríguez Perozo; al boxeador “ Qijú” el zurdo del Higuamo; don José Hazim, fundador de la Universidad del Este; el director sinfónico Julio de Wind y Ángel Ponce Pinedo descubridor de la Bilarzia.

El destacado escritor macorisano da riendas sueltas a su imaginación y nos envuelve en un paseo imaginario por calles y rincones de nuestra amada provincia.

Nos coloca en la esquina Sánchez a dos protagonistas: don Luis el Gallo, con su librería y su cara adusta y Chichi Ochoa cuyas sátiras se convertían en finas ironías contra el régimen de Trujillo.
Me devuelve y me hace caer en el cuerpo de bomberos al doblar de la farmacia de don Fello Keed, por demás fundador de este cuerpo de auxilio.

Doy un salto y caigo en el BBYVT ( bebe y vete) propiedad de las hermanas Olivier precursoras del transporte urbano en las llamadas Kuquitas que recuerdo que el pasaje costaba 5 centavos.

La obra es amena, se deja leer en un solo tirón y debe estar en el estante de todos los macorisanos.
Debe ser un referente de consulta para los estudiantes del bachillerato y una herramienta que nos permite conocer mejor nuestros orígenes.

Comprar seguido este libro es una forma de repasar nuestra identidad, nuestras esencias y reconocer el tremendo esfuerzo de recopilación que ha hecho el autor.

Más que una nostalgia ha sido para mi motivo de profundo orgullo y legítima alegría por este aporte de un colega y compueblano distinguido.

Por: César Mella
cesarm2@codetel.net.do

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