Acaba de morir un niño de apenas 2 años a manos de su madre adolescente. Lo tuvo a él con al menos 15 o 16 años, además a un hermanito de meses, con un padre también adolescente, ambos de 18 años ahora.
Una noticia de diciembre, en época de adviento, en lenguaje cristiano, las 4 semanas que preceden al nacimiento de Jesús. Tiempo de preparación, esperanza, reflexión, arrepentimiento, perdón y alegría.
Para el pequeño hijo de Hony Rincón Muñoz y Melvin Antonio de la Cruz, no hubo ni esperanza ni alegría en adviento. Su realidad quedó atrapada en el fenómeno de la violencia intergeneracional, como una cadena demasiado pesada para su cuerpecito lastimado, marcado y adolorido. Y renunció a la promesa de otra Navidad.
El Enfoque Ecológico, como teoría explicativa del maltrato obliga a analizar las condiciones dadas en el crimen cometido a partir de los tres factores o niveles que enuncia: el individual y familiar, el comunitario y el de toda la sociedad. Así lo explicaba el alemán Kurt Lewin, padre de la Psicología Moderna, en 1936, cuando hablaba de la dinámica en la experiencia de las personas en la relación constante de ellas y el medio ambiente, como determinante de ellas.
Como individuo, en un nivel personal, esa criatura sin nombre siquiera en los relatos seguramente sobrevivió dos años aportando solo su capacidad elemental de conservación.
Nacido, él y su hermanito de meses, de padre y madre adolescentes, su corta vida está encuadrada en un fenómeno nacional, dominicano, con los índices mayores de embarazo en adolescente en la región.
Pero toda la culpa es de la joven madre, con crueldades comentadas en detalles por la familia del padre adolescente, llorando y mostrando fotos, y que, “hicieron lo que pudieron”.
Y no pudieron.
La comunidad indignada, atestigua que, “tenía varios días delicado de salud porque no lo alimentaba”, que “el trato que recibía era inhumano”, que “lo golpeaba y le quemaba los bracitos”, que “hasta lo dejó en un basurero herido, donde lo recogieron”, etc. Fueron testigos mudos sin que hicieran nada.
Y el macrosistema tampoco pudo. Agentes de la Policía Nacional y una fiscal visitaron la casa del malogrado infante y entendieron que “era un problema de familia, que “se tenía que arreglar entre ellos”, dos adolescentes en violencia. Pusieron una orden de restricción al padre. Pero tampoco pudieron hacer nada por el niño.
Contextualizando, entonces, no se puede exculpar a nadie. Ese pequeño murió a manos de toda esta sociedad.