Cuando la directora de la Oficina Panamericana de la Salud (OPS), Clarissa Etienne, advirtió sobre la “tendencia preocupante” en la transmisión de la covid-19 en zonas fronterizas, lo primero que mencionó fue la franja limítrofe entre República Dominicana y Haití, como lugar de alto riesgo de transmisión de la pandemia.
Etienne se refirió a “un pico» pandémico en las zonas limítrofes domínico-haitiana, junto a las que separan a Costa Rica y Nicaragua; Guayana Francesa y Brasil; Guyana, Surinam y Brasil; así como la región amazónica donde se juntan los bordes de Venezuela, Brasil y Colombia, y el área fronteriza entre Perú, Brasil y Colombia.
Las autoridades de Salud de Haití confirman casi diez mil casos de coronavirus, pero reconocen que la cifra podría ser mayor, incluido la cifra de muertos de 80, porque corresponden a la transmisión comunitaria generalizada, imprecisión que atribuyen a la carencia de recursos, a la inseguridad o violencia. ¿Acaso esas revelaciones no llaman a preocupación en el lado dominicano?
América Latina se ha convertido en el epicentro de la covid-19, con más de 81 mil muertes y casi 1,7 millones de contagios, pero llama la atención que la OPS expresa particular preocupación sobre la expansión de contagio en las zonas fronterizas, y menciona en primer término la franja domínico-haitiana. ¿Por qué?
Es claro que la atención de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la OPS, está dirigida a Brasil que tiene el 23 % de todos los casos y el 21% de todas las muertes en Latinoamérica, pero las autoridades sanitarias muestran preocupación porque la transmisión del virus no experimenta desaceleración.
El Gobierno dominicano desistió de avanzar a la fase tres del programa de desescalada o retorno a la nueva normalidad porque aumentó el número de contagios y fallecimientos, lo que se atribuye al excesivo relajamiento de los protocolos de restricción y confinamiento, lo que sería aún peor si se suma la preocupación que externa la OPS sobre la frontera con Haití.
La franja domínico-haitiana comprende más de 390 kilómetros lineales conformada por cuatro provincias que a su vez son impactadas por una migración sin control y por mercados binacionales que reúnen a miles de compradores y mercaderes, lo que convierte esa zona en alto riesgo de contaminación de coronavirus.
Gobierno y autoridades de salud deberían tomar muy en cuenta que la Oficina Panamericana de la Salud, en la persona de su directora Clarissa Etienne ha expresado preocupación por el elevado riesgo de contagio de la covid-19 en las fronteras interiores de América Latina, de las cuales menciona en primer término a la franja domínico-haitiana. Ojo avizor.

