Los observadores de la OEA en las elecciones del domingo sacaron a relucir un detalle que rara vez se toma en cuenta en la evaluación de los procesos: la rendición de cuentas de los candidatos.

Por lo regular las misiones se circunscriben a la organización y desarrollo de las votaciones, pero no a asuntos que tienen tanto que ver con la transparencia como el gasto de partidos y candidatos.

Ese detalle, una estocada para la impunidad, resulta, sin embargo, un valioso aporte para la salud del sistema democrático. La misión, encabezada por el expresidente de Chile, Eduardo Frei, destacó que solo 52 de 1,723 candidatos habían reportado algún ingreso o gasto.

“Este bajo nivel de rendición de cuentas contrasta con el desarrollo de las campañas electorales, que se caracterizaron por un amplio despliegue de actividades proselitistas y uso de propaganda electoral tanto en calle como a través de redes sociales”, subrayó la misión en su informe.

Con lo costoso que resultan los procesos electorales la no rendición de cuentas de ingresos y egresos de partidos y candidatos los desacredita aún más.

Existe una unidad para fiscalizar el gasto y la procedencia de recursos de candidatos y partidos, pero en la práctica es como si no existiera.