Un tramo de la avenida Broadway de Nueva York llevará el nombre del primer inmigrante latino que se radicó en Manhattan, en 1613 y quien nació en Santo Domingo, lo que representa un motivo de orgullo para la comunidad dominicana residente en Estados Unidos, cuyas raíces datan de cuatro siglos.
El alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, anunció que el trayecto desde la calle 159 hasta la 218 de esa vía en el Alto Manhattan será rebautizado con el nombre de Juan Rodríguez, quien arribó a bordo de un barco holandés que realizaba una escala en el puerto neoyorquino.
Los historiadores que realizaron la investigación creen incluso que Rodríguez, pudo ser el primer extranjero en radicarse en lo que entonces se llamaba Nueva Ámsterdam, una colonia holandesa que luego se convirtió en la Gran Manzana.
Constituye sin duda alguna un gran honor y un singular suceso histórico que el primer latino en arribar a lo que es hoy Manhattan haya sido un ciudadano nacido en Santo Domingo, que más de dos siglos después se convirtió en República Dominicana.
A las primacías históricas de la Hispaniola se agrega la de iniciar el proceso migratorio hacia el territorio que se convertiría en una de las más populosas, prosperas e importantes urbes del mundo, que es también mosaico étnico que conjuga en su seno todas las culturas del género humano.
Cuatro siglos después del arribo de Juan Rodríguez a Manhattan, la colonia dominicana se erige como una de las más numerosas y progresistas del conglomerado inmigrante hispano que cohabita en Nueva York, con más de un millón de residentes que con su trabajo cotidiano contribuyen al progreso de la Gran Manzana.
Juan Rodríguez abrió las puertas a una corriente migratoria hacia Estados Unidos que hoy asciende a casi 52 millones de hispanos, convertidos en la primera minoría de esa gran nación, al sumar el 16.7 por ciento de su población, con un nivel de influencia política representado por 24 millones de votantes.
Cuando Juan Rodríguez abordó la primera barcaza que lo llevó allende los mares, nunca pudo imaginarse que 400 años después sería el icono de la inmigración latina a Estados Unidos y que se convertiría en un auténtico motivo de orgullo para la colonia dominicana en esa nación y para todo el gentilicio dominicano.

