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ORTO-ESCRITURA

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El plural de “tecnología” y otras curiosidades

 

 

La joven escritora Lauristely Peña Solano envía una colaboración que titula La “S”redundante de la palabra “Tecnología”, la cual reproduzco a continuación:

 

De las cosas que más disfruto hacer en mí tiempo libre es pensar en curiosidades que el diccionario y mi libro de gramática no puedan explicar, así puedo llamar al profesor Rafael Peralta Romero, experto en estos temas, y cuestionarle. Me encanta sobre todo cuando no tiene de inmediato la respuesta, porque me da la oportunidad de argumentar a favor de una determinada posición.

En el caso de la palabra tecnología, me pregunto ¿es correcto pluralizar esta palabra? Es común ver desde nombres de materias, maestrías, revistas, conferencias, afiches y libros sobre “Tecnologías de la información y comunicación”. Hasta aquí la cosa parece correcta, pero si consultamos el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (23.ª, publicada en octubre de 2014)encontraremos las siguientes definiciones:

tecnología. 1. f. Conjunto de teorías y de técnicas que permiten el aprovechamiento práctico del conocimiento científico.2. f. Tratado de los términos técnicos. 3. f. Lenguaje propio de una ciencia o de un arte. 4. f. Conjunto de los instrumentos y procedimientos industriales de un determinado sector o producto.

Cada una de las cuatro acepciones alude a que el término tecnología incluye un conjunto, es decir que el término mismo contiene el plural sin importar el contexto en el que se usa. Por tanto, es posible plantear que pluralizar esta palabra es redundar, algo casi tan inadecuado y común como decir “Yo mismo” o “mis propios amigos”.

De modo que la siguiente ocasión que toque hablar o escribir sobre tecnología vale pensar que esto significa conjunto de teorías, técnicas, términos técnicos, instrumentos y procedimientos que sin importar si se habla de comunicación, medicina o informática sigue siendo conjunto.

Curiosidades lexicográficas

Hojeando y ojeando la nueva edición (23ª) del Diccionario de la lengua española, he encontrado acepciones atribuidas a algunos vocablos o formas de escritura en otros, que comparadas con los usos de aquí, bien merecen ser presentadas como curiosidades.

Comienzo por “narigón”, el DLE la define como “narigudo, que tiene la nariz grande”. En el habla dominicana, esta palabra nombra una argolla que se coloca en la nariz de los bueyes, para dominarlo. Pero el Diccionario no registra esa acepción y por eso tampoco recoge el verbo “narigonear”.

El DLE no incluye directamente a República Dominicana entre los países donde “cuandrangular” es sinónimo de jonrón, sino que menciona a Colombia, Costa Rica, El Salvador, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Venezuela y las Antillas, donde ha de incluirse nuestro país. Lo mismo ocurre con el verbo “jonronear”, que se atribuye hasta a Bolivia y no al país donde nacen los jonroneros.

Lo que quizá debamos revisar los dominicanos es la forma de llamar a cierta ave galliforme conocida aquí como “pajuil”, palabra que no aparece en el DLE. Están registradas “paují” y “paujil” y parece que la primera forma es la recomendada. Respecto de la palabra “cajuela”, el Diccionario dice que en México y República Dominicana se nombra así al depósito de paquetes de los automóviles. ¿Usted le llama así?

Lo que no puede ser es que el DLE asegure que en el habla dominicana y otros países se emplee la palabra “cuerazo” como sinónimo de latigazo. ¡No! Aquí un cuerazo es otra cosa. Quizá una megadiva.

El Nacional

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