La caída en más de un 10% de las recaudaciones en marzo a causa del coronavirus torna más razonable la suspensión de asignaciones presupuestarias, por demás privilegiadas, como el barrilito de los senadores. En un momento en que cientos de miles de personas han perdido sus empleos y otras reclaman la asistencia económica del Gobierno para subsistir en medio de la cuarentena es inicuo que los miembros de la Cámara Alta reciban recursos para fomentar el clientelismo político. Además del nefasto barrilito, cuestionado por distintos sectores, los senadores cuentan con gastos de representación, asignaciones para combustible y celulares, oficinas provinciales y otros privilegios subvencionados por el contribuyente. El sueldo y las asignaciones pueden convertir al senador dominicano entre los mejores pagados del mundo. Pero ahora que la nación transita por una dura crisis sanitaria y económica la sensatez demanda la supresión del barrilito y otros recursos adicionales que reciben los legisladores. Hasta por el mismo equilibrio de la competencia electoral la subvención ha debido ser eliminada, como ya se hizo en otra ocasión.