Opinión

Paola Languasco

Paola Languasco

El crimen de Paola Languasco, desnudó el sistema de atención a la violencia de género contra las mujeres, obligando a un alto para evaluar y recapitular sobre los recursos humanos, las tácticas y procedimientos, así como los resultados de la poca inversión realizada para mantener una respuesta científica y oportuna al feminicidio.

La definición del Código Penal promulgado en diciembre pasado, dice que comete feminicidio quien diere muerte a una mujer por su condición de tal, estableciendo ocho situaciones de feminicidio íntimo, es decir, el perpetrado por quien haya tenido o tenga una relación de pareja o de intimidad con la víctima. Lamentablemente, aún antes de la vigencia de la ley penal promulgada, el feminicidio de Paola Languasco, muestra la limitación que, por la cerrazón del Congreso dominicano, limita este crimen al cometido por la pareja o ex pareja.

Sin embargo, la demanda de las feministas que trabajan con este tipo de violencias desde hace más de 30 años en el país, por definir legalmente la muerte violenta de mujeres en su amplitud de escenarios, basado en que más de un cuarto de estos crímenes son cometidos por extraños a la víctima, fue rechazada olímpicamente. Muchos legisladores y legisladoras tienen verdadera aversión a todo lo que venga del feminismo, unido al sesgo socio cultural que les traiciona, lo que ha hecho que el debate legislativo sobre lo referido a estas violencias, ha sido sumamente pobre y parcializado, cortando toda posibilidad discusión política.

La dificultad de una legislación que aborda la violencia extrema de género, como es el feminicidio, limitándose a la ocurrida en la esfera doméstica, profundiza la protección del plano privado, simbólico y restrictivo para las mujeres, pero deja sin protección a las invadidas por masculinos extraños a su intimidad, un crimen que crece en el país.

Pero el despiadado feminicidio de Paola Languasco, no solo descubre esta primera dificultad de tipificación, además, muestra un sistema sin preparación para abordar un crimen responsable de unas 200 mujeres asesinadas por año en nuestro país, al que se suma un número considerable de feminicidas suicidas y por supuesto, la orfandad de más de 400 niños y niñas.

La posibilidad de evasión del autor del crimen, en un marco tan real como evidente, la falta de aclaración de este fallo, el acomodamiento de la historia del suceso, junto a otras debilidades mostradas y a veces salvadas por la prensa, nos recuerdan a las Paolas de feminicidios nunca aclarados, porque sus padres no eran abogados o influyentes.

Algo que no debiera repetirse.

 

El Nacional

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